El recreo era un mercado de cromos, y me había tocado Cruyff, estrella en últimos fichajes. Paco me hizo una oferta irresistible: "Mi padre te da 50 pesetas por Cruyff". Con diez duros en el bolsillo en el año 73 eras el Rey del Mambo. Le referí la anécdota al holandés en la inauguración de El Arcángel, 21 años después. La llamada de su hijo Jordi interrumpió nuestro encuentro, pero no se quiso despedir de Córdoba sin saciar su curiosidad. Se giró y me preguntó: "¿Y? ¿Se la vendiste?". "Un mito no tiene precio", le dije, aunque me da que no me creyó. Era genial y sabio.