CÓRDOBA: Alberto García; Cristian, Tena, Alberto Aguilar, Fuentes; López Garai; Pedro (Fernández, min. 54), Caballero, Dubarbier, López Silva (Abel, min. 77); Patiño (Rennella, min. 46).

GIRONA: Mallo, José, Migue, Chus Herrero, David García; Juanlu, Marcos Tébar, Pere Pons (Jofre, min. 70), Felipe Sanchón (Ariday, min. 80); Jandro; Benja (Acuña, min. 58).

GOLES: 1-0, min. 51: Enzo Rennella; 2-0, min. 76: Cristian García.

ÁRBITRO: Pino Zamorano (Comité Castellano-manchego), Roja directa al local Tena en el min. 39 y al lateral del Girona David García por doble amarilla en el min. 43. Amonestó a los cordobesistas Cristian García, López Garai y Enzo Rennella, así como a Benja, del Girona.

INCIDENCIAS: El Arcángel, 8.227 espectadores.

LA CRÓNICA

Tanto los que ven el vaso medio vacío como los que creen que está medio lleno, para los que tienen sus legítimas dudas y para los que lo ven todo de color de rosa. A todos ellos habrá que solicitarles mesura para con este equipo. Y paciencia. Porque lo cierto es que el Córdoba de Rafa Berges continúa dando pasitos en su evolución. ¿Más pequeños de lo que el ansia viva reclama? Por supuesto. Pero no es un Córdoba estancado y sin herramientas a las que echar mano. Ni mucho menos. Y lo volvió a demostrar anoche.

Porque con la baja del que estaba llamado a ser uno de los pilares del equipo, al igual que lo fue en la temporada pasada, la defensa blanquiverde marcó ante el rival de turno un nivel inusualmente alto para lo que se había estilado en este arranque de temporada. No ya solo en ataque estático del Girona, sino también en esos balones largos, divididos, complicados para cualquier defensa. Nada de desconexiones ni errores infantiles. Ni tan siquiera el de Tena, más mérito de Benja y Pino Zamorano que otra cosa. A pesar de todo hay que reclamarle a la experiencia del castellonense un punto más de picardía.

Con Abel en el banco, López Silva por dentro, Dubarbier de interior (aunque finalizó en donde hace más daño, en el lateral) y con Cristian a la derecha de una zaga en la que Alberto Aguilar y Tena hacían valer los números, esos que decían que no habían recibido ningún gol en esta campaña, el Córdoba inició el encuentro de anoche sin mirar a los fantasmas más o menos cercanos que acechaban después de dos derrotas consecutivas. Llegaba el cuarto de la tabla clasificatoria que había endosado una manita a Las Palmas y los de Berges tiraron de convicción, de fe, a pesar de las dificultades. La presión en el centro del campo en esa primera parte cerró el camino al contragolpe catalán, mientras que en la construcción para hacer daño al enemigo tomaban protagonismo Pedro, López Silva y, principalmente, Caballero, que mantenía la posesión local e intentaba lanzar a los suyos, aunque lo logró de manera intermitente. El Córdoba lograba engarzar alguna jugada y en apenas 20 minutos forzaba cinco saques de esquina. También acumulaba un par de ocasiones más o menos claras y con ello se iba ganando en autoestima. De hecho, hasta generaba peligro a balón parado por medio de López Garai, pero el síntoma de que a este equipo aún le queda por crecer, tanto en fútbol como en mentalidad lo mostró Jandro. Cada balón que tocaba el de Mieres era un imposible para los locales y, de ahí, los nervios. De hecho, en alguna fase de esa primera mitad se pudo comprobar que a cada posesión con cierto criterio del Girona seguía otra de los blanquiverdes pero ya con precipitación, con la tensión a flor de piel.

Lo mejor de los de Berges fue comprobar que lograban sobreponerse a esos estados momentáneos de excesivas revoluciones, de inquietud por el resultado. Y en ese primer acto mucho tuvieron que ver en el apaciguamiento jugadores como Pedro, López Garai, López Silva o el mencionado Caballero. Con todo, el Córdoba ya mereció irse al descanso en ventaja vistas las llegadas al área y dos ocasiones de libro del vasco y el onubense, esta última cuando Pino, muy en su triste papel, decretó el final tras expulsar a Tena con roja por parte local (41') y a David García (43') con doble amarilla. El destino forzaba de nuevo a Fuentes a actuar como central.

El Córdoba había funcionado, sí, no se estancaba y buscaba su camino, también, pero el marcador seguía en ese intranquilizador 0-0. Y Rennella dio el empujoncito que debía ser definitivo. Cuatro acciones en los primeros seis minutos. Combinación con López Silva en una. Mala elección en el pase en la segunda y disparo flojito en la tercera. Pero en la cuarta cazó un balón suelto en el área catalana para fabricarse un gol en el aire, confirmando de nuevo que es un delantero que ha de aportarle otras cosas a este equipo de Berges, no solo gol. El Girona tuvo posesión porque el Córdoba dio un paso atrás. ¿Hizo bien? El resultado dice que sí, aunque las ocasiones se equilibraron cuando Berges decidió desplazar a Cristian al lateral zurdo para introducir a Fernández en el diestro. Se echó de menos un punto más de empaque en la medular. Felipe Sanchón se encontró con Alberto García y López Silva con la defensa visitante, con Mallo y hasta con el segundo anfiteatro, que es adonde mandó el balón en uno de sus disparos. Y en ese aparente intercambio de golpes, con un Córdoba más al contragolpe, los blanquiverdes encontraron petróleo en una avanzadilla de Dubarbier que finalizó con el balón en los pies de Cristian. Dani Mallo ayudó lo suyo para que los últimos 15 minutos fueran de tranquilidad.

Una paz que vendrá tan bien a los de Berges como el triunfo conseguido, que reafirma la progresión de su equipo, un grupo que ha visto algún camino cerrado por lesiones o errores pero que sigue abriendo nuevas vías para escalar en la tabla clasificatoria. Puede que aún no se encuentre en la senda definitiva, la que todos esperan, la arteria fetén sobre la que instalarse el resto de la temporada. Pero al menos, anoche ante el Girona, demostró que la brújula le funciona. Un buen síntoma.