La primera planta del fondo norte de El Arcángel volvió a la normalidad. Allí donde el miércoles brillaba el escudo del Córdoba, tan solo quedaban unos letreros indicativos. Ni atriles, ni sillas, ni focos... Apenas cuatro periodistas y mucho menos ajetreo que 24 horas antes. El goteo de abogados, eso sí, fue incesante. Encerrado en su despacho, Luna Eslava no salió en toda la mañana. Recibió la visita de algunos ilustres exblanquiverdes, como Miguel Angel Portugal y Mariano Mansilla.

La mañana se inclinaba hacia el sopor más absoluto hasta que apareció el Litri con un cuadro en la mano que llamó la atención. Muy propio, con marco verde y fondo blanco, estaba incrustada una fotografía de José Miguel Salinas. No habían pasado ni dos días desde que dejara de ser presidente del Córdoba y ya iba camino de la vitrina. Amparado en que no era el definitivo, el Litri trató de ocultarlo de los flashes, en un gesto muy humorístico.

Era solo un cuadro, pero su simbología reflejaba lo lejos que queda el ayer del hoy. Todo va tan rápido que apenas queda tiempo para los sentimentalismos ni casi para las despedidas. Uno miraba la fotografía, con el nombre, el cargo, todo en mayúsculas, la fecha (2009--2011), a modo de epíteto, y sentía cierto pinchazo, pues no podía dejar de pensar que el hombre que hace unos días se sentaba en el palco de El Arcángel pasaría en breve a estar en una simple pared.