El día que podía dar la impresión de ser el último del técnico Fernando Castro Santos al frente de la plantilla cordobesista resultó ser, finalmente, una jornada como otra cualquiera. Salvo por la lluvia. Las intensas precipitaciones que cayeron ayer sobre la ciudad se solaparon con el fin del aluvión de rumores que cercaban al gallego, acostumbrado, a priori, al tipo de climatología pertinente.

A propósito del agua, fue ésta la razón que dio Angel Marín para justificar su encuentro con el entrenador debido a las dificultades que el conjunto blanquiverde tiene para poder encontrar un sitio donde prepararse para partidos tan complicados como el del próximo domingo. El Córdoba, finalmente, no entrenó durante la mañana en las instalaciones de El Fontanar. Castro Santos, manejó después su comportamiento de manera exacta, como si se tratase simplemente de una jornada laboral en la que se tienen que aplazar las ocupaciones hasta mejor momento. Una jornada cualquiera. Salvo por la iluminación. El preparador gallego estuvo correcto en el trato, tal y como hace normalmente, a pesar de la cegadora luz que emitían los flashes cuando se disponía a salir del estadio de El Arcángel.

Ya en la tarde, se realizaron los ejercicios propios de un equipo de fútbol que vuelve al trabajo tras un respetable descanso. En este caso, la preparación tuvo lugar en el campo de césped artificial ubicado en las inmediaciones de Vistalegre.

La jornada laboral culminó acorde a lo usual porque Marín lo confirmó en su cargo y, como el propio entrador dice: "Conozco las reglas de mi profesión".