De esto saldremos mejores, se insistía al inicio de los confinamientos por el Covid-19 como un mantra al que aferrarse. «Sin embargo, estamos en un momento peor que antes de la pandemia», opina Nacho Vegas al publicar, este viernes, un disco que evoca más que nunca la necesidad de la ternura y la generosidad. Por su título, Mundos inmóviles derrumbándose (Oso Polita), y un primer corte que evoca la muerte delicada de una rosa como metáfora de la incredulidad por el suicidio de una persona querida, podría pensarse que el noveno álbum del cantautor asturiano es el más desencantado de su carrera. Pero no.

«Se han perdido vínculos afectivos que teníamos más presentes. Cuando hablo del colapso de esos mundos, destaco que tiene que haber un proceso de reconstrucción. Muchas de estas canciones parten de sentimientos complejos que tienen que ver con la soledad, pero siempre hay resquicio de luz en ellas. Llaman a confrontar esa soledad», explica Vegas (Gijón, 1974). Ante «un mundo más hostil en el que el cinismo está de moda», él reivindica una forma de estar y actuar contraria al egoísmo en canciones como El don de la ternura.

Este Mundos inmóviles derrumbándose, que toma el relevo al álbum previo de carácter retrospectivo Oro, salitre y carbón (2020), comenzó a gestarse a finales de 2019 y «debería haber estado grabado el año siguiente», pero se atrancó en medio de un cambio de banda y de sello. «Decidí tomarme las cosas con calma, aunque al final fue más de la que tenía pensada», reconoce.

"Necesitaba cambiar de aires, buscar intimidad y una soledad amable"

«Necesitaba cambiar de aires, buscar intimidad y soledad, pero una soledad amable», cuenta Vegas, que encontró ese acomodo durante un mes en una casita de un pueblo de Asturias, Ortigueira, y allí reencontró la ilusión bajo un «ritmo menos asfixiante».

En esas condiciones podría haber compuesto un álbum introspectivo, pero de nuevo no. «No había lugar para mirar dentro. Ismael Serrano me decía que no se acababa de creer a la gente que decía haber aprovechado el encierro para bucear en su interior. Ese mundo depende de un exterior con estímulos. Para mí son indisociables. Lo que te preocupa y obsesiona, tus relaciones afectivas, está todo ligado al mundo en el que vives y a sus procesos», reflexiona.

En esa búsqueda aparecen historias tan vívidas como la de Ramón... «Es la canción del disco en la que la distancia que has de marcar entre lo que cuentas y la verdad emocional a la que quieres llegar es una línea más fina de lo normal», confiesa sobre este relato real y cercano. Llama la atención el contraste que se establece a menudo entre las temáticas gruesas y las melodías luminosas o plácidas en las que se encastran. «La música popular se nutre de esos contrastes y pienso que, cuando cantas cosas un poco más serias, a veces hay que huir de la solemnidad», defiende. El caso más extremo es el de la ácida Big Crunch, que retrata al ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, «sonriendo mientras inaugura» un nuevo Centro de Internamiento de Emigrantes.