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restaurante de Pepe el del CortijoCÓRDOBA

EL ZAGUÁN

PepeCortijo

Cuando entras sin ruido al vergel de la memoria, la poesía es un eco, un aroma o una imagen que te devuelve fragmentos de ti mismo. En Córdoba he hallado un singularísimo rincón, el acogedor bar Pepe el del Cortijo, donde encuentro sabores de mi niñez perdida. El ambiente de dicho lugar, la sencillez y el carácter cordial, afable, de su dueño, hacen que allí me sienta como en casa. Con cierta frecuencia, acudo a saborear el inefable menú de una cocina que Pepe ofrece a diario a sus clientes con un entusiasmo que roza lo sublime: platos elaborados con paciencia y un amor sustancioso, cálido, exquisito, que ensanchan los goznes de mi melancolía.

Cada jueves primero de mes nos acercamos al feliz restaurante de Pepe el del Cortijo un grupo de amigos del mundo literario (escritores, poetas, cinéfilos, editores) para celebrar un almuerzo sugerente, aderezado por la bonhomía y la gozosa amabilidad de Pepe. Los mejores platos de la cocina cordobesa: carne con tomate, callos, manitas o flamenquín, son el dulce pretexto para saborear los amenos recodos de una amistad profunda y, en mi caso, para aferrarme al resplandor de una niñez mágica, rural, en la que aún flota el temblor de la poesía.

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