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Desde el Puente Romano se divisan los molinos de San Antonio, de Jesús y María y de Pápalo.FRANCISCO GONZÁLEZ

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REPORTAJE

Los antiguos molinos de Córdoba

En el cauce del río Guadalquivir se conservan quince edificios que han estado vinculados con el aprovechamiento hidráulico

En el cauce del Guadalquivir, en el término de Córdoba, se conservan 15 edificios, referente del patrimonio histórico urbano, que han estado vinculados con tres modelos de aprovechamiento hidráulico. Molinos dedicados a la molturación de cereal, conocidos como aceñas (del árabe as-sania con que en Al-Andalus se designaba la noria de tiro y que en la España cristiana fue aplicado a los que usaban rueda hidráulica vertical y rueda dentada), sustituidos entre los siglos XVI y XIX por nuevos molinos de regolfo de rueda horizontal y pozuelo. Batanes provistos de rueda vertical y árbol de levas cuya rotación eleva y deja caer por gravedad los mazos que golpean el paño de lana, en una mezcla de greda y jabón, a fin de enfurtir la fibra, de compactar el tejido para evitar que se deforme. Con frecuencia, las aceñas se transformaron en batanes y viceversa debido a su afinidad y, desde fines del XIX, en centrales hidroeléctricas. Por último, norias fluviales o de vuelo como la Albolafia, destinadas a elevar el agua para riegos agrícolas.

Molino de Lope García

Siguiendo el curso del río desde su entrada en el término de la ciudad, se encuentra primero el molino de Lope García, cercano al polígono de Las Quemadas. De origen andalusí, desde el siglo XIII fue propiedad de la Iglesia-Catedral hasta su desamortización en 1855. En 1620 aparece con las nueve piedras que llegan al siglo XX, desde 1877 fue fábrica de harina y en 1942 fue adquirido por la Compañía Carbonell, poco antes de cesar en su actividad. El molino Carbonell, llamado de San José hasta mediados del siglo XIX, fue adquirido en 1888 por Carlos Carbonell como apoderado de su madre, Cándida Morán, y como fábrica de harinas Santa Cándida funcionó durante la primera mitad del siglo XX, continuando su propiedad en manos de la firma Carbonell hasta 1982.

Noria de la Albolafia | La limpieza de los Sotos de la Albolafia vuelve a permitir divisar este elemento patrimonial.

Molino de Martos

El molino de Martos está ubicado en la orilla derecha del meandro que el río describe frente a Miraflores. De origen islámico, en 1237 fue donado por Fernando III al infante Alfonso y, en 1257, cedido por Alfonso X a la orden de Calatrava, que mantuvo la posesión hasta la desamortización de Mendizábal. La aceña medieval fue sustituida entre 1550 y 1565 por el actual molino, integrado por diez piedras de moler y seis batanes, aunque estos últimos ya no se conservan. En uso hasta los años 50 del siglo XX, en 2004 el Ayuntamiento llevó a cabo su restauración y puesta en valor bajo la dirección de los prestigiosos arquitectos Juan Navarro Baldeweg y Juan Cuenca.

Noria de la Albolafia

Junto al Puente Romano, la parada del puente está integrada por cuatro edificios. En la orilla derecha, la noria de la Albolafia recrea el ingenio fluvial usado en los siglos XIV-XV para elevar agua con la que regar los jardines del Alcázar, cuya imagen, recogida en sellos del siglo XIV, constituye el símbolo del Ayuntamiento. Desmontada por deseo de la reina Isabel I, el arquitecto Félix Hernández sustituyó en 1965 la crujía meridional del molino harinero, existente desde el siglo XVI, por la noria que hoy vemos. La imagen del molino de la Albolafia, invariable entre los siglos XVI y XIX, ha quedado reflejada en los valiosos grabados de David Roberts y de otros viajeros románticos conservados en el Museo de Bellas Artes.

Casillas | Molino ubicado cerca del puente de Abbas Ibn Firnás.

Molino de Pápalo

Al sur de la Albolafia, el molino de Pápalo remonta su origen al siglo X, al tratarse de uno de los tres que aparecen citados por autores andalusíes por debajo del puente. Llamado de Pápalo o del Conde del Portillo, es fácilmente reconocible por conservar un cuerpo superior edificado a fines del siglo XIX. Algo más al sur, en la parte central del río, se halla el molino de Jesús María, llamado en el siglo XV aceñas de la Atarfía. El Catastro de Ensenada indica en 1752 que «el convento de religiosas de Jesús y María posee un molino de pan con dos piedras en el río Guadalquivir por bajo del puente, llamado de Enmedio». El informe elaborado por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir en 1933 lo menciona en uso, con «un par de piedras blancas de 1,30 metros accionadas a rodezno». El ubicado en la orilla izquierda del río, junto a La Calahorra, fue conocido hasta el siglo XV por los nombres de molino del Cascajar y del Infante y, en el XVI, como molino de Godoy o aceñas del Mayordomo. Como molino de San Antonio aparece por primera vez en los libros de diezmo del Cabildo Catedralicio de 1740. En 2005 el Ayuntamiento adquirió el edificio cuya planta superior fue rehabilitada en 2007 como centro de interpretación de los Sotos de la Albolafia.

Pápalo | En primer plano, el Puente Romano; al fondo, lo que queda del molino.

Molino de San Rafael

Por debajo del Puente Nuevo se conserva, en la orilla izquierda, el molino de San Rafael que, en 1575, es designado como «Açuda que dizen de Salmerón». Entre 1650 y 1800 los batanes de la familia Salmerón dieron lugar a un molino harinero de regolfo de dos piedras, conocido a fines del siglo XVIII como molino del Duende o de Salmerón. En 1805 los hijos del anterior propietario, José Benito Clavería, lo vendieron al regidor Lorenzo de Basabru para instalar una fábrica de papel que funcionó entre 1810 y 1830 y que constituye el único testimonio fehaciente de la fabricación de papel en molinos de Córdoba a lo largo de la Historia. Su hija, Manuela Basabru, lo reconvirtió en 1844 en molino harinero y diez años después lo vendió a sus hermanas como fábrica de harinas. En el siglo XX ha sido propiedad de la Empresa de Electricidad de Casillas (desde 1913), la Sociedad de Gas y Electricidad de Córdoba (1926), Mengemor (1940) y Sevillana (1964), aunque parece que no llegó a funcionar como central hidroeléctrica.

Molino de San Rafael | La edificación se encuentra cerca del Puente de San Rafael.

Molino de Nuestra Señora de la Alegría

En la orilla derecha, junto al Jardín Botánico, el molino de las Tripas fue sustituido en 1780 por el actual molino de Nuestra Señora de la Alegría. En 1910 se instaló la fábrica de harinas San José, cuya propiedad pasó en 1919 a la sociedad mercantil La Harinera Cordobesa, momento en que se edificaron los dos pisos superiores. En el siglo XX sigue un recorrido similar al de San Rafael, Sociedad de Gas y Electricidad (1928), Mengemor (1940) y Sevillana (1964). Tras las obras de restauración llevadas a cabo en 2000 se han dejado al descubierto los restos del primitivo batán y acondicionado los pisos superiores para albergar el Museo de Paleobotánica donado a la ciudad por Roberto Wagner.

Molino de Casillas

Por último, el medieval molino de Casillas fue transformado entre los años 1560 y 1580 en un molino de regolfo vinculado al mayorazgo de los marqueses de la Puebla y duques de Almodóvar, en cuyo poder permaneció hasta 1866. En 1895 fue convertido en la Fábrica de Electricidad de Casillas que, entre esa fecha y 1920, suministró a Córdoba el primer alumbrado público urbano de origen eléctrico.

Molino de Martos | Interior del edificio restaurado en el año 2004.

Estos molinos fueron propiedad, en época medieval y moderna, de la nobleza y de la Iglesia, debido a las generosas rentas que su actividad ofrecía. Nobles e instituciones eclesiásticas los arrendaron a molineros, pelaires y bataneros, cuyos oficios dieron lugar a una estrecha vinculación del río con la ciudad. El cereal llegaba desde los cortijos de la Campiña transportado por harruqueros a lomos de caballería, y en algunos casos era embarcado para hacerlo llegar a los molinos situados en mitad de la corriente. El grano era pesado en pesos de la harina existentes en las Puertas del Puente, de Martos y de Andújar, lugares donde volvía a ser pesada la harina que salía del molino para comprobar la inexistencia de fraude una vez descontada la maquila (tasa en especie que el molinero percibía por su trabajo). Harina amasada en forma de pan, principal alimento humano desde el Neolítico, cocido en hornos repartidos por la ciudad. Tras las desamortizaciones del siglo XIX, la propiedad de los molinos pasó a manos de particulares que fundaron compañías para establecer en ellos fábricas de harina, aun movidas por energía hidráulica, y centrales hidroeléctricas, primeras fuentes de luz y energía de la ciudad contemporánea. Martos, San Antonio y la Alegría, rehabilitados por el Ayuntamiento, son hoy gestionados por el Imgema a través del Jardín Botánico, que se encarga de organizar actividades didácticas y de difusión de este patrimonio histórico.

(*) Decano de la Facultad de Filosofía y Letras

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