Gabriel Pérez Alcalá, rector de la Universidad Loyola Andalucía desde el 2013, afronta un nuevo curso académico lleno de energía, tras haber superado una enfermedad, y con importantes perspectivas de crecimiento para esta joven universidad, de la que él es alma máter y lleva las riendas con fuerza.

Se acaba de incorporar al trabajo tras una larga enfermedad, ¿cómo se encuentra?

Me encuentro francamente bien. Ha sido una prueba larga y dura, desde enero hasta ahora, pero me ha sostenido el cariño de la gente, de la familia lo primero, y de los amigos. Honradamente, no me imaginaba que había tanta gente que me apreciaba y me quería. Y ese cariño, las oraciones de tantas personas, me han ayudado en esta prueba. Tengo 60 años y he vuelto a nacer, prácticamente.

Y vuelve con la inauguración de un nuevo curso académico, ¿cómo lo afronta?

Este nuevo curso lo afrontamos con energías renovadas, por una parte, pero este año con más energía si cabe porque a lo largo del año pasado actualizamos el plan estratégico. Hicimos un análisis del primer plan que se aprobó, en el periodo 2013-2019, pero la pandemia nos hizo que en el 2020 no pudiéramos hacer el nuevo plan, pues estábamos esperando a ver qué iba a pasar y qué entorno iba a haber en el mundo post pandemia. A lo largo del curso 20-21 hemos hecho el plan estratégico para los próximos cinco años. Y empezamos este plan con mucha ilusión, queremos hacer un plan estratégico de expansión de la universidad en todos los ámbitos y una profunda mejora de todos los procedimientos. Así que muchísima ilusión porque es un curso nuevo y porque iniciamos un camino que nos va a llevar a posicionarnos como la gran universidad que podemos ser.

¿Cómo están equilibrados los campus de Córdoba y Sevilla? ¿Cómo compagina el rector ambos campus?

Los campus están equilibrados según la población que hay en una zona y en otra. Es decir, el campus de Córdoba es más pequeño que el de Sevilla porque Córdoba y su provincia tienen menos población que toda el área metropolitana de Sevilla más su zona de influencia, que llega hasta la bahía de Cádiz y Huelva, con más de 1.800.000 personas. Y ¿cómo se equilibra el tiempo del rector? pues hasta ahora en un AVE. Mi jornada laboral es de muchas horas y la mitad del tiempo estoy entre Córdoba y Sevilla cada día. Y luego los campus y la dirección están muy equilibrados, todos los servicios son comunes en la Universidad y solo tenemos una decana de Ciencias Empresariales, un secretario general, un vicerrector de Investigación, y estamos permanentemente entre Córdoba y Sevilla. Desde el año pasado también en Granada, donde tenemos la Facultad de Teología, y allí hay un campus al que queremos sacarle también el potencial que tiene.

¿Tiene previsión la Loyola de expandirse a más ciudades de Andalucía?

Tenemos previsión de expandirnos a lo largo de los próximos 5 años porque ya tenemos el campus de Granada y tenemos que sacarle provecho, aunque está muy en mantillas todavía. Y luego Málaga siempre está en el horizonte, es un área metropolitana muy grande, con un potencial de crecimiento poderosísimo y nosotros de siempre quisimos tener presencia allí. La Universidad Loyola tiene como apellido Andalucía y, por tanto, la presencia en el conjunto del territorio y en aquellas áreas poblacionales más grandes es algo natural en esta universidad.

¿Cómo se ha adaptado la Loyola a las exigencias de la pandemia? ¿Inicia el curso totalmente presencial?

Nos adaptamos muy bien en el confinamiento porque no perdimos ni una hora de clase. Teníamos un plan de contingencia, nuestros campus están dotados de mucha tecnología, son campus muy modernos, y el profesorado es muy joven y pudo adaptarse muy rápidamente. El curso pasado, con la segunda ola, por nuestro tamaño pudimos mantener distancias de seguridad y todas las clases tienen sus cámaras, por tanto, aquellos estudiantes que tuviesen la enfermedad o con síntomas o en cuarentena, han podido hacer una presencialidad híbrida pero simultánea. Es decir, había alumnos en clase y otros que estaban en sus casas, pero siempre procurando la mayor presencialidad y ha funcionado bastante bien. Este año es totalmente presencial desde que comenzamos las clases a principios de septiembre, entre el 1 y el 6.

En el discurso inaugural del curso que ofreció en el campus de Sevilla habló de 13 nuevas orientaciones estratégicas hasta el 2025, ¿qué se pretende con ellas?

Las 13 orientaciones estratégicas se dividen en tres bloques y su leit motiv es el nombre de la propia universidad. Ocho de ellas tienen que ver con la palabra universidad; 4 tienen que ver con el nombre Loyola; y una tiene que ver con Andalucía. De las 8 de universidad, son opciones estratégicas que hacen una excelente universidad, es decir, una universidad investigadora, completa en todas las ramas del saber y todos los niveles educativos, una universidad emprendedora, digital, internacional, una universidad en red, una universidad prestigiosa y una universidad sólida. Pero, claro, estas 8 orientaciones las suscribiría cualquier rector de cualquier universidad. Pero la Universidad Loyola tiene nombre, que es muy poderoso desde el punto de vista de la evocación simbólica, y ello implica que es una universidad de inspiración ignaciana, jesuita, que recoge una tradición de 450 años y es una vocación universal. Ser una universidad jesuita nos obliga también a tener una serie de opciones estratégicas. La primera es que somos una universidad al servicio de la misión de la Compañía y enraizados en una búsqueda de la fe y la justicia, y, en segundo lugar, que queremos caminar y estar pendientes de los vulnerables. Estamos obligados a pensar en estructuras que generan injusticias y en cómo mejorarlas. Una tercera opción muy importante para nosotros es el cuidado de la casa común, que diría el Papa, y la cura de la casa común. Por ello, todo el tema de la sostenibilidad es fundamental. Y el cuarto es ser una universidad profundamente jesuita trabajando en el resto de las obras de la compañía en Andalucía y en el mundo. Trabajando con el centro Arrupe, el centro de San Hipólito, con los centros culturales, con la SAFA de los colegios, el voluntariado, el centro Clavel, etcétera. Y la última opción es que si nos llamamos Andalucía lo que decimos es que queremos cargar con parte de la responsabilidad de la situación de Andalucía y nos ofrecemos a trabajar por del desarrollo económico, social, empresarial y cultural de nuestra tierra. El objetivo común es crecer en tamaño, crecer en calidad y crecer en fidelidad a la compañía. Ir buscando siempre el más es el leit motiv de nuestro plan estratégico. El logo de Loyola es una cruz vertical que mucha gente interpreta como más y ese más tiene muchísimo valor simbólico.

Han pasado 7 años desde su creación, ¿puede decirse que la Loyola es una universidad consolidada?

Somos una universidad consolidada en cuanto a ser prestigiosa, lo que nos falta es consolidar tamaño. Somos una universidad joven, pues son 7 años de cursos, aunque este año hace 10 desde que el Parlamento andaluz nos reconoció. Y en este lapso hemos logrado hacer una universidad que ronda casi los 4.000 alumnos de grado, posgrado y doctorado entre los dos campus. Hemos dado el salto a Sevilla, con universidades de gran tamaño como la Hispalense y la Olavide, que no era fácil y, sobre todo, de lo que nos sentimos más orgullosos, es que somos una universidad que cumple todos los criterios del decreto Castells, que somos una de las tres únicas universidades privadas que lo cumplen, y estamos, según los datos de muchos organismos de observación de universidades, como CyD, entre las mejores universidades de España. Me gusta decir sin vanidad que hemos logrado hacer una buena universidad, que se mide en cuatro parámetros. El primero es desempeño académico y docente, que mide la calidad del alumnado, profesorado y sistemas pedagógicos; luego la empleabilidad de nuestros egresados; la internacionalización, que mide el aprecio que tienen otras universidades por nosotros por los acuerdos que estamos firmando y nos envían alumnos, y luego la investigación, que mide la capacidad de generar ideas que sean valiosas. Nosotros cumplimos estos parámetros de sobra, estamos entre las mejores.

¿Qué plus ofrece la Loyola a los alumnos para que se decidan por un campus privado en lugar de uno público?

No porque seamos privado. Deberíamos ir superando el debate entre privado y público. Hay que distinguir entre buenas y malas universidades. En España hay universidades públicas muy buenas y malas, y lo mismo entre las privadas. Yo suelo dar una lista de 8 universidades norteamericanas y reto a la gente a que me diga si son públicas o privadas. Y les digo, ¿a ustedes no les gustaría tener a universidades como Princeton, Yale o Stanford en el sistema universitario andaluz o español? Pues son privadas. Buena o mala calidad es la clave. Respecto al plus de la Loyola no es por ser universidad privada sino por ser una universidad de la Compañía. Tenemos una tradición universitaria cuyo eje central es la persona. Y no nos preocupa tanto formar profesionales como que en los grados queremos formar a la persona, al ciudadano, a vivir con otros y responsabilizarse del conjunto de la sociedad. Lo que nos distingue a nosotros es que nuestro objetivo es formar ante todo a personas con la cabeza bien amueblada que puedan adaptarse a los entornos, con buena capacidad de comunicación, etcétera. Y segundo es que somos una universidad abierta a la innovación, nos adaptamos muy rápidamente a los tiempos. Pero, además, ofrecemos una formación de mente abierta. La internacionalización va en el ADN de una universidad de la compañía.

De hecho, acaban de recibir para este curso a 341 estudiantes internacionales.

Esto implica nuestro alto porcentaje de internacionalización. Somos la universidad andaluza que mayor porcentaje de profesorado extranjero tiene, la que mayor porcentaje de clases da en inglés y la que mayor porcentaje de estudiantes extranjeros recibe en comparación a nuestro tamaño. Tenemos alumnos de 40 nacionalidades, por lo que cualquiera de nuestras aulas de tercero o cuarto tiene una diversidad enriquecedora para todos.

¿Cómo ha crecido la demanda de alumnos?

Estamos creciendo mucho. El año pasado, en estudios de grado, crecimos un 21% en total y este año, un 23%. De hecho, hemos tenido carreras que se llenaron a la semana de abrirse el plazo de matrícula, como Psicología, Administración de Empresas, Comunicación o Relaciones Internacionales. Por desgracia, no hemos podido admitir a todos los alumnos que hubieran querido estudiar en Loyola por falta de plazas. Ampliaremos plazas para el año que viene en algunos grados. En másteres el año pasado solo crecimos un 47% y este año esperamos crecer otro 40%.

¿Qué novedades hay en cuanto a la creación de una Facultad de Ciencias de la Salud?

La Facultad ya se creó en el decreto del mes de julio. Venimos trabajando en ello desde que empezamos, pero distintas circunstancias nos aconsejaron que nos centráramos más en las ciencias sociales e ingenierías que en Salud. Serían Ciencias de la Salud no clínicas, donde hay 14 o 15 grados, que van desde Psicología, Nutrición, Biotecnología, Farmacia, etcétera. Llevamos dos años trabajando en silencio en esto, haciendo los proyectos. Ya está autorizada por la Junta, pero iremos dando los pasos poco a poco. Hemos firmado convenios con los hermanos de San Juan de Dios, también con Quirón y firmaremos con otras empresas hospitalarias y clínicas y del sector farmacéutico. No tenemos ningún obstáculo por la Administración para desarrollar una potente facultad de Ciencias de la Salud que Andalucía está pidiendo a gritos.

La fundación CYD destacó en su último ránking que la Loyola era la universidad andaluza con mejores datos de inserción laboral. ¿Cuáles son esos datos?

La inserción laboral se mide en primer lugar por el índice de afiliación. Personas que terminaron en cada año cuyo DNI se cruza con un contrato laboral en alta. Ahí nos dan la tercera o cuarta de España en inserción laboral en máster y la 5º o la 6º en grados. O sea, estamos en el top de inserción laboral. Por otro lado, nosotros no abrimos un grado o un máster si no contamos con un porcentaje significativo de instituciones que nos apoyan. Y el tercer factor es que nuestros estudiantes son buenas personas, tienen la cabeza bien amueblada y los aprecian. Y un cuarto, que somos pequeños. No hay una universidad grande que pueda tener unos niveles de atención como las universidades pequeñas.

Como profesor y analista económico, ¿cómo ve las perspectivas de crecimiento de Córdoba en este punto de la pandemia?

Hay que decir que el conjunto de la economía española está creciendo este año conforme a lo que se había previsto. Dábamos los analistas crecimiento del 5 o 6% y estamos en la banda alta. Andalucía está creciendo por encima de la media nacional y eso es una buena noticia. Creo que este año lo vamos a cerrar con un punto o punto y medio por encima del conjunto nacional en Andalucía. Y Córdoba va a estar un poco por debajo de la media andaluza y española porque el gran tirón en el crecimiento ha sido en el verano, por el turismo interior, que genera muchísimo consumo privado. Hemos salido de la pandemia con muchas ganas de consumir. Córdoba, que tiene el periodo alto de turismo en primavera, cuando estábamos todavía con restricciones, no nos hemos podido aprovechar de ese tirón del verano. Calculo que en otoño lo compensaremos, por las iniciativas que se están haciendo en Córdoba, que está saliendo de la pandemia viva, con ganas de hacer cosas, con muchas propuestas de ocio que completan su tradicional oferta turística. Y creo que el tercer trimestre va a ser bueno para Córdoba, aunque vamos con dos o tres meses de retraso sobre el resto.

¿Cómo ha dañado el covid a la economía cordobesa?

Más que el daño al conjunto macroeconómico, lo que me hace sufrir son los daños sociales. Con todo mi respeto, el covid ha afectado más a los más pobres y desfavorecidos que a las personas de clase media alta y alta. Ha afectado más en las barriadas que en cualquier otro sitio. Y estas familias no pueden ahora acudir a ayudas. Los fondos europeos no van a llegar nunca a estas barriadas, por muchos brindis al sol que hacen los bienpensantes de algunos gobiernos. Lo que temo del covid es que de la gran riada de dinero que parece que va a llegar, eso no va curar las cicatrices que se van a producir entre los desfavorecidos y vulnerables de nuestra sociedad.

¿Cómo ve la buena noticia para la economía de la base logística del Ejército?

Nos va a afectar muy positivamente. Supongamos que crea 1.000 puestos de trabajo en Córdoba permanentes, ¿qué porcentaje suponen sobre el total de la fuerza laboral de Córdoba? Es un porcentaje relativamente pequeño. Es bueno que venga, sí, pero no es la revolución, hay que seguir trabajando en otras muchas cosas.