«Recuperar la dignidad de la Puerta del Puente», esa es la meta que se han fijado los expertos que trabajan desde hace un mes en la rehabilitación de este monumento cordobés de estilo renacentista, que data del siglo XVI , y en el que no se intervenía desde el año 2007. Según la restauradora Marina Ruiz, encargada de dirigir la rehabilitación codo con codo con la arquitecta del Servicio de Proyectos de la Gerencia de Urbanismo, Rosa Lara; el jefe de la Oficina de Arqueología de la Gerencia, Juan Murillo, y la arqueóloga de Urbanismo, Lola Ruiz, en coordinación con el jefe de obra de Antroju SL, Antonio Rodríguez, «no se trata de que la Puerta luzca más o menos bonita, una percepción subjetiva que dependerá de los gustos de quien la mire, sino de devolver la dignidad al monumento para disfrute de todos». La Gerencia de Urbanismo encargó los trabajos, ampliamente demandados por diversos colectivos de la ciudad, a Construcciones Antroju, una empresa con experiencia en obras de este tipo, por un importe de 116.159 euros y en un plazo de seis meses, así que, salvo contratiempos, se estima que esté acabada a finales de año.

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Restauración de la Puerta del Puente A.J.González

Para ello, se está llevando a cabo una exhaustiva limpieza de los distintos lienzos que componen esta obra arquitectónica, siempre de arriba a abajo, removiendo en las partes más afectadas el mortero que recubre la piedra y los anclajes de acero inoxidable que se aplicaron en la última actuación, hasta dejar al descubierto, cuando es necesario, los sillares de piedra originales, labrados en muchos casos por llamativos fósiles. «No esperábamos que hubiera tanta pérdida pétrea», indica la restauradora, «por eso estamos evaluando en qué medida se va a reponer la piedra que falta y dónde se aplicará nuevo mortero pétreo». Basta observar con un poco de atención el trabajo realizado hasta el momento para descubrir las diferencias estéticas de la Puerta del Puente, el antes y el ahora, y apreciar los daños evidentes sufridos en el alzado sur, que linda con el río, muy afectado por la humedad por capilaridad y por el biodeterioro que ha hecho florecer concreciones de musgo, liquen y pequeña vegetación incrustadas en la piedra. El proceso requiere precisión, estudio y reflexión para llegar a la mejor solución a cada zona afectada, detallan casi al unísono Rosa Lara y Marina Ruiz, que destacan la necesidad de consensuar cada uno de los pasos de la intervención. «En el año 2007, cambió la Ley andaluza de Protección del Patrimonio, que estableció una serie de medidas que no se aplicaron en la última actuación», comentan, «ejemplo de ello es que no ha habido un protocolo de mantenimiento en todos estos años, una medida que habría servido para frenar ese biodeterioro y garantizar un mejor estado del monumento». Tampoco existe una memoria técnica de los procedimientos empleados en su día, con información sobre los materiales que se utilizaron en cada zona. No existe, por tanto, una guía sobre los pasos dados con anterioridad. Una decisión importante a la que se enfrentan los responsables en este momento es la selección del tipo de piedra más adecuado para reponer la que se ha perdido. «Estamos buscando en diferentes canteras piedra que pueda ser compatible y, de momento, la más parecida es una procedente de una cantera de Cabra», explica Rosa Lara, «estamos esperando muestras y que se certifique esa compatibilidad para actuar». El principal problema en la restauración, asegura Antonio Rodríguez y la propia Rosa Lara, no es la obtención de materiales, que también, sino la falta de trabajadores especializados. «Hay pocos canteros que sepan trabajar la piedra a este nivel, in situ, como lo exige en esta ocasión, se están perdiendo muchos oficios con los años, y conseguir personal lo suficientemente especializado que además esté disponible en esta época del año supone una dificultad añadida». También escasean especialistas en carpintería de madera, expertos en emplomado o aplicación de mortero, recalcan. «En restauración, buscamos profesionales con experiencia que además tengan cierta sensibilidad, ya que se trata de tareas de precisión en las que el cuidado de los detalles es muy importante». Las mujeres, al parecer, son mayoría entre las restauradoras profesionales.

Marca de fósiles 8 La retirada del mortero está dejando a la luz la piedra original, labrada con distintas formas.

De cerca, llama la atención el parcheado de la estructura de la base, salpicada con manchas de morteros de distintos colores, trozos de plástico que recubren zonas concretas y etiquetas que indican nombres de morteros y su procedencia. Es el procedimiento habitual en esta fase de prueba, en la que se analiza la composición correcta para acercarse lo más posible al efecto deseado. Todos los morteros se componen de arena y cal, pero cada uno tiene propiedades distintas. «Existen muchos tipos pero no todos tardan lo mismo en fraguar, hay que realizar pruebas para ver si se fisuran sobre la piedra, cuál es el más estable, el grado de trabajabilidad y el que más se integra cromáticamente con la obra, lo que dependerá en gran medida de la arena que se emplee», comenta Marina Ruiz, «la idea es que lo nuevo llame la atención lo menos posible sobre el original».

Pérdida de masa pétrea 8 Marina Ruiz señala el lado sur, donde se advierte la piedra que falta tras retirar el mortero.

La limpieza del alzado norte está muy avanzada, al igual que las basas de las columnas y gran parte de las cornisas. Las que no, aún muestran esos bordes negruzcos donde se concentra el biodeterioro sobre el que se actúa con biocida y tras 48 horas, con las «esporas sacrificadas», mediante cepillado y aspiración. Las manchas más persistentes requieren el uso de polvo decapante con el que retirar el material orgánico incrustado que no sale con la aspiración. En última instancia, solo queda recurrir a la abrasión o la limpieza mecánica con cuchilla de bisturí. En la Puerta del Puente, Bien de Interés Cultural desde 1931, no se aprecia el impacto de la polución ambiental, por más que haya gran cantidad de polvo adherido a todo el monumento. Retirado el polvo, el color y la textura original vuelven a brotar como si de una cara recién sometida a un finísimo tratamiento de belleza se tratara y quedara libre de puntos negros e impurezas de cualquier tipo.

Una vez limpia, la consolidación de la piedra, que garantiza su perdurabilidad, exige técnicas químicas y naturales combinadas. La biomineralización es una de las más curiosas, ya que consiste en aplicar una serie de «nutrientes» a la piedra que de modo natural la alimentan, haciendo que genere microcristales de calcita que a su vez consiguen darle más dureza y robustez. Pero esta no es la única forma, ni tampoco la más adecuada para todas las zonas deterioradas. También se emplea un procedimiento químico con micropartículas de cal para producir estas calcitas. Valorar dónde usar cada una es decisión del equipo, que ha de equilibrar los plazos, el presupuesto, las mil y una opciones posibles para llegar al objetivo en tiempo y forma.

Aunque todo parezca piedra calcárea, hay seis tipologías distintas de piedra en los sillares empleados en la Puerta del Puente de Córdoba, cuya composición es distinta al proceder de diversas canteras. Los detalles marcan la diferencia también aquí. Pero no todo es piedra calcárea. También hay mármol en la inscripción colocada en 1570 sobre el dintel, un tipo de piedra mucho más dura y menos porosa. Cada paso es fotografiado y documentado rigurosamente para la memoria final, que incorporará la evolución y los procesos empleados.

Nidos de araña

Aunque se trata de una obra de piedra, sin vida, el monumento está cubierto por multitud de seres que lo habitan y que pasan desapercibidos. El próximo martes se procederá al limpiado del interior del dintel, donde curiosamente se concentran multitud de nidificaciones de araña. «Es impresionante la cantidad de nidos que hemos encontrado adheridos», señalan, «deben haber encontrado aquí un hábitat ideal para su reproducción». Su retirada se llevará a cabo con aspiración, previa protección de los operarios. Las arañas deberán buscar otro lugar para anidar de ahora en adelante. Probablemente, los curiosos que a diario se detienen a mirar la evolución de la obra no hayan reparado en el detalle de las arañas, aunque no pierden ocasión de preguntar e incluso mostrar su opinión sobre lo que hay que hacer. «Hay gente que está muy puesta, algunos saben mucho del tema, son muy observadores, se interesan por los pasos que seguimos, nos preguntan...», comenta jocoso Antonio Rodríguez. Otros, los extranjeros procedentes de tierras más lejanas donde no existen monumentos con tantos años a cuestas («un romano no se sorprende igual que un americano», apunta Rodríguez), simplemente quedan obnubilados al ver los trabajos y el valor histórico de las piezas que pueblan la geografía de Córdoba. «Estamos acostumbrados a ver lo que nos rodea y a menudo se nos olvida el valor de nuestro patrimonio», señala la restauradora.