Como cada año la procesión del Corpus congregó a cientos de fieles que con fervor se acercaron al cuerpo sacramentado de Cristo. La festividad comenzó en la Catedral a las siete de la tarde con una eucaristía oficiada por el obispo de la diócesis. El prelado instó a los fieles a «acercarse a la eucaristía como lo hacen diariamente los sacerdotes».

Tras la celebración eucarística comenzó a formarse el cortejo procesional que llevaría al Santísimo Sacramento por las calles de la ciudad. Un nutrido cortejo donde las cofradías tuvieron un importante papel en su acompañamiento a lo largo de todo el recorrido, que una año más volvió a celebrarse por el entorno de la Mezquita-Catedral.

Un recorrido donde se levantaron once altares en su mayoría dispuestos por las hermandades cordobesas llenando de barroquismo el paso de la procesión.

En lo que respecta a la custodia, que este año cumple cinco siglos, lució en su paso exornado con rosas blancas y un toque de jacintos también en blanco.

La procesión concluyó en la Plaza del Triunfo donde el obispo dirigió unas palabras y la bendición, poco después se ponía el punto final a la procesión de las procesiones.