No es que el barrio de Fátima esté muy festero con la crisis. Es buen reflejo de lo que ha ocurrido a tantas zonas de la ciudad, barrios que crecieron gracias a la despoblación del casco histórico y los inmigrantes llegados de la provincia que hicieron surgir peñas y de ellas un par de verbenas veraniegas y dos o tres cruces de mayo. Pero los tiempos han cambiado. La población tiene más edad, las normas y requisitos para montar una cruz son mayores... Y así, si el año pasado la asociación Boncalo consiguió a duras penas recuperar una cruz para el barrio, este año las cuentas no han salido y a pesar del esfuerzo inicial, Fátima y sus casi 20.000 habitantes se han quedado sin esta tradición vecinal. No todo se ha perdido. Fernando Torrico y Rafael Serrano, del Perolito-Grill, han dedicado parte de la entrada al local a una cruz de mayo que evoca a la que tenía el barrio. Además, ya están contactando con más asociaciones para el montaje del año próximo. De entrada, voluntad de fiesta hay en Fátima. Algo más que la añoranza de otros tiempos de cruces.