El obispo de Córdoba cumple este fin de semana 5 años en el cargo. La presente entrevista, realizada con anterioridad, no repite sus declaraciones ya divulgadas por Diario CORDOBA sobre la denuncia de cuatro exalcaldes de Córdoba por la inmatriculación por parte de la Iglesia de la plaza del Triunfo y sobre la autorización de Cultura para el proyecto de apertura de la segunda gran puerta en la Mezquita--Catedral.

--Cinco años de su llegada a Córdoba como obispo. Ya se puede hablar en cierta forma de "historia". De entrada, llegó con la crisis y ya podría ser recordado como el obispo de Córdoba de "aquella crisis del siglo XXI".

--(Ríe) Sí, y además coincide con que cumplo la visita pastoral a todas y cada una de las parroquias. Y sí, cinco años te dan un conocimiento muy amplio y muy profundo de la diócesis de Córdoba. Yo digo que es más bonita incluso de lo que me habían dicho, y no es por piropear: es la realidad. Una realidad que en la diócesis es muy rica y diversa. La he conocido profundamente. Estoy muy contento.

--Una diócesis heterogénea.

-Sí. No es homogénea. Como la Sierra, incluso con las diferencias entre Los Pedroches y el Alto Guadiato. La Subbética, el Valle es distinto, la Campiña... toda una cultura, con una ciudad que sirve de conexión entre todo, una ciudad estratégica desde el punto de vista geográfico (no sé si se explota suficientemente esa característica). Yo me preguntaba por qué Córdoba fue capital de la Bética en tiempos romano... Y los romanos sabían más que nadie. Ahora lo entiendo: Córdoba es el eje del Sur.

--Volviendo a lo de ser el obispo de la crisis . También coincide ahora una crisis de valores. En eso están de acuerdo todos los sectores.

--Sí. Al Papa le gusta repetir que "no solo es una época de cambio, sino un cambio de época". Es un momento en el que no sabemos cómo va a quedar definitivamente estructurada la sociedad. Pero no solo en el plano político, sino en el sentido social, económico, laboral, cultural... Ahí la Iglesia y el Evangelio tiene que entrar, pero a veces está titubeante, y tiene que anunciar la luz, pero también la sal, que escuece, del Evangelio. Sí, la sociedad no tiene referencias claras.

--Le hemos oído hablar mucho en estos meses, sobre todo tras la visita Ad Limina a Roma y el encuentro con el Papa, de la pobreza.

--El Papa también se impresionó mucho de la situación, pero no hicimos más que transmitirle lo que sentíamos. A mí, me ha impresionado la pobreza que he visto en algunos puntos. También he visto zonas muy prósperas, claro, pero me ha impresionado situaciones que no había visto nunca. Cuando se ve esa pobreza en los pueblos, está en cierta forma amortiguada porque siempre se puede sacar algo en el campo. Pero aquí hay puntos del Sector Sur, Moreras o Palmeras donde te encuentras con la pobreza en estado puro. No se me olvidará cuando me llevaron visitando casas y en una de ellas había tres habitaciones y en cada una había una familia de unos ocho. O en Moreras, una mujer que sostenía la casa y que de tres hijos dos estaban en la cárcel y un tercero había muerto por la droga. Y ella, como un roble, dándonos esperanza a nosotros. El tema de la pobreza me ha golpeado fuertemente.

--Son las familias las que han paliado muchos de esos casos extremos, y la obra social de la Iglesia. Eso se le reconoce.

--Son dos pilares fundamentales. Conocí un caso de una señora que con sus 600 euros escasos de pensión da de comer en su casa a sus dos hijos y cinco nietos. "Yo tengo la tranquilidad de que todos los días mis hijos y mis nietos pueden venir a comer", me dijo. ¡Con 600 euros, fíjese! ¡Una mujer de unos 80 años! Y luego está la parroquia. La gente ha multiplicado la solidaridad. Creo que en Córdoba, en toda la diócesis, la gente se ha estirado enormemente, mucho más de lo que podíamos esperar. La gente es muy sensible y eso es muy edificante. Se inventa lo que se tenga que inventar para llevar alimentos a la parroquia, para entregarlos bajo cuerda... Porque uno de los efectos de la crisis es que han aparecido pobres nuevos, pobres que incluso vuelven a tener trabajo pero que siguen bajo ese umbral. Es una configuración nueva de la pobreza.

--En lo positivo, también le ha tocado un momento de auge de las cofradías, de freno al envejecimiento del clero diocesano y de congregaciones que capean los problemas.

--Los movimientos y nuevas comunidades de vida cristiana experimentan una explosión como no sucede en otras diócesis, eso es una esperanza de futuro muy importante. Segundo: las cofradías viven una afluencia masiva de jóvenes y a los más mayores los veo muy centrados, en lo suyo, en su pertenecia a la Iglesia y en su papel social. Las cofradías están en buena línea porque están centradas en lo que deben de estar, y en estos tiempos han dejado de lado su propio patrimonio a favor de los más necesitados, que en el fondo es otro tipo de patrimonio. Y luego, sobre las órdenes. Tenemos una presencia muy intensa en colegios, en donde se está sustituyendo por laicos enormemente preparados que se han hecho al carisma de la congregación. Aparte están las órdenes contemplativas. Hay 23 monasterios. Ahí sí hay una merma, es verdad, pero hay cuatro ejemplos muy bonitos: en Hinojosa del Duque, en La Rambla, en Aguilar, en Villaviciosa- son jovencísimas en las comunidades.

-Me ha llamado la atención el tema de la educación.

-Hay una presencia muy fuerte. Maristas, franciscanos, La Salle, salesianos, carmelitas... Y dejan una estela benéfica en los que fueron alumnos.

--¿Y las relaciones con la Junta en esta materia?

--Tenemos que apuntar una cosa muy positiva: la fundación Santos Mártires logró la semana pasada el concierto. Nos ha tratado muy bien la Junta en general. Cierto que hay un litigio de fondo entre la escuela privada y la pública única y para todos, pero creo que es más un planteamiento de extrema izquierda aunque el PSOE se deje contagiar por las razones que hemos visto de convivencia política. También he visto cooperativas de profesores concertados que hacen una gran labor social en sus barrios y disfrutan de conciertos. No tiene que ser todo escuela pública y única.

--A pesar de alguna polémica como sus visitas a colegios.

--He visitado 300, pero es un poco una polémica artificial porque yo siempre cumplo la normativa, y la delegada lo que hizo el otro día fue recordar la normativa. Además, debe de ser así. Somos civilizados hay que cumplir la normativa. Yo informo a la delegada, la delegada al consejero, luego me viene por escrito, después va al consejo escolar... Sin ningún problema. Yo he sido recibido en todos los colegios con enorme amabilidad. Esa es la realidad.

--Además de la plaza del Triunfo o el uso de la Mezquita-Catedral, otra cuestión polémica es la de la plaza del Pocito.

--También salió por medio el quiosco de San Hipólito. Ahí el Ayuntamiento creía que era del Obispado y les enseñamos que era del Ayuntamiento. Nosotros investigamos y se ven los documentos y títulos de propiedad. Lo del triunfo de San Rafael está claro. ¿A los exalcaldes nos les consta? Bien, que pregunten. Y lo han hecho por vía democrática. Lo del Pocito está más difuso, pero eso se hizo antes de la ley del 99... Pero muy bien, que se delimite y se vea cual es el espacio sagrado y cual el vecinal.

--Sé que le pidió a Susana Díaz tras llegar a la Presidencia de Andalucía agilizar el proyecto de la segunda gran puerta en la Mezquita Catedral. ¿Qué otra cuestión reclamó?

--Pedí, y me remitió al Ministerio de Fomento, que se ponga a la entrada de Montilla un cartel diciendo que ahí está el sepulcro de San Juan de Avila. Hasta desde el punto de vista turístico eso sería importante.

--Ese ha sido otro gran acontecimiento en estos cinco años, el nombramiento de San Juan de Avila como doctor de la Iglesia. A usted le ha marcado incluso personalmente.

--¡Es que ha sido mucho! A mí me parece que Córdoba no se da cuenta, incluso los curas que estamos en esto, de que ha sido algo singular. Muy singular. Lo que hemos pretendido con el Año Jubilar Avilense es difundirlo. Creo que es una promoción muy importante, porque Montilla debería de ser un lugar de peregrinación.

--Se ha hecho usted muy cordobés, porque los cordobeses somos los primeros en reconocernos cierta apatía.

--Pero creo que también son muy capaces de entusiasmarse con causas nobles.

--Por ejemplo...

--Lo de San Juan de Avila, el Víacrucis del Año de la Fe, el Rocío Magno... Y las distintas ordenaciones de presbíteros todos los años. A mí eso me parece muy importante. Porque es una garantía de futuro. Un obispo, entre sus funciones, debe pensar a veinte años vista. Este año se ordenan seis sacerdotes y para mi va a ser una alegría, pero va a ser mucha más alegría para el obispo que esté en el 2025.

-¿No va a estar usted?

--Ya tendré 75 años. He cumplido 65 años y me han dicho que tengo que seguir cotizando hasta los 75 (ríe).

--¿Qué se ha quedado en el tintero en estos cinco años?

--No lo sé. Constato que no llego a todo el trabajo que hay que hacer. Así que cada día me conformo con lo que llego a hacer, con paciencia.