Los límites para el ser humano solo existen en la mente de cada uno. Este es el pensamiento que mueve este, tan arriesgado como emocionante, proyecto nacido en Córdoba. Concretamente, en la cabeza de Paco Acedo, un joven emprendedor apasionado por el mundo acuático que, además de inaugurar la primera escuela de buceo en la capital califal, ahora se sumerge en una nueva idea. Se llama Subpolar 90 y se trata de un grupo de científicos que viajará al Polo Norte para enfrentarse a distintas investigaciones por la zona, así como bucear. Sin embargo, este plan no destacaría por su originalidad si no fuese por los miembros que completan ese equipo. Los valientes presentan alguna discapacidad física.

No obstante, tal y como explicaba Acedo, este punto nunca supuso una barrera, sino más bien todo lo contrario, "algo por lo que luchar con más ganas para llegar donde quieran". "Que a uno le falte una mano o una pierna o solo tenga el 10% de visión no significa que ellos no puedan hacer lo mismo que el resto y con la misma iniciativa", aseguraba este intrépido cordobés. De hecho, el también director de Córdoba Bucea puso en marcha esta idea tras contactar con Jesús, quien presenta una malformación de nacimiento. "Los dos teníamos ganas de emprender un proyecto así y decidimos ponernos manos a la obra".

Pero este tipo de expediciones no se organiza de la noche a la mañana. Ayer mismo, el equipo viajó hasta Rusia para comenzar los entrenamientos y ya en mayo marcharán a Groenlandia para continuar con esta ruta de preparación. "Este tipo de proyectos van lentos, muy lentos, y el principal problema al que nos enfrentamos es la financiación", comenta Acedo. En este sentido, el grupo está buscando apoyo tanto empresarial como institucional para hacer frente a la expedición, ya que, según este emprendedor, "esto ocurre debido al pensamiento implantado que hay en España". "Son muchos los que piensan que lo que queremos son unas vacaciones pagadas y no ven que allí también vamos a trabajar y a hacer investigaciones científicas".

Aún así, el proyecto sigue adelante. La ilusión y las ganas superan cualquier obstáculo y el peligro, que también lo entraña este viaje, queda a un lado. "El principal riesgo que corremos es el hecho de bucear bajo hielo porque entramos por un orificio, vamos a llamarlo así, y si ese orificio se cierra o hay un movimiento de las placas de hielo el que entra no podrá salir". Pero este riesgo se asume con gusto porque,tal y como aseguraba Acedo, "las mayores recompensas se consiguen cuando más se arriesga".