Testigo de la trágica tarde de Linares, que ha narrado en mil entrevistas, Lagartijo se para hoy en destacar "la grandeza humana y torera" de Manolete, su "espejo".

--¿Le hubiera gustado no vivir la tarde de Linares?--Sin duda. Esa tarde no tenía que haber llegado porque nos quitaron un hombre de una personalidad... Un hombre para mirarse en él, para copiarle todo, y te lo dice quien ha convivido con él. Lo hice hasta mis 17 años, hasta que se murió aquel año del 47, en el que estuvimos cuatro meses toreando en el campo en Jerez, en Salamanca, en Córdoba. El estaba en una cama y yo en otra, y las cosas que me decía, cómo hablaba. No era muy hablador, pero cada vez que hablaba era, como se dice en Córdoba, una sentencia. Le gustaba mucho la historia, le encantaba, y hablaba mucho de historia. Y de toros, imagínate. Hablaba con Atanasio Fernández, con Alvaro Domecq. Era mucho de Belmonte y Camará era de José, y se peleaban. Un día le dice a Camará: "José, cuándo le voy a gustar a usted". Porque Camará le apretaba, siempre le sacaba algún pero, pero no era por nada, sino para picarlo.

--¿Ha sido el más grande?--El más grande de todas las épocas. Mira, Lagartijo, ya verás, hay que ver lo que ha sido Lagartijo de arte, de valor, de cabeza. Guerrita ha sido poderoso, gran matador de toros, no se dejaba ganar por nadie. Machaquito ha sido un tío muy bragado, un gran torero. Y hombre, este muchacho..., Benítez, dentro de sus cosas, ha sido el que más ha mandado en el toreo; ese ha mandado más que nadie. Ahora, te digo la verdad, como aficionado, no ya como familiar, como ha toreado mi tío, como ha estado esos siete u ocho años de figura del toreo, llevando el carro solo, eso es muy difícil que se vuelva a repetir. Con esa categoría, con esas hechuras... Aunque lo vieras en pijama te daba una sensación... ¡Y cómo toreaba! Y siendo figura y llegar a casa y ponerse a torear de salón porque había visto algo que no le gustaba... Tenía una afición desmedida.

--¿Siempre épocas pasadas fueron mejores?--Cada una tiene su cosa. La de Lagartijo el Grande fue una época muy buena. Luego vino Bombita, Machaquito, Belmonte, Joselito, mi tío, que marcó una época de la que empezó el toreo a ir con más técnica. Los ganaderos también han ido acoplando los toros, porque antes eran más bruscos. En mi época, para que te saliera uno boyante... Ahora te deja colocarte, vas y vienes, pero antes no, tenías que estar pendiente porque en el momento que dabas un paso lo tenías encima. También se le pegaba menos a los toros porque no existía ese caballo y ese peto.