Nacido en Linares (Jaén), y tras haber estudiado Medicina en Granada entre 1979 y 1984, Juan Carlos Robles vivió siendo aún muy joven uno de esos contrastes de la vida que marcan a una persona. Y es que, animado por su experiencia como médico residente en el hospital Reina Sofía, donde se sintió atraído por la puesta en marcha del programa de trasplante pulmonar, tuvo la oportunidad de formarse con una beca universitaria en Pensilvania poco tiempo después de haber ejercido como médico rural en un pueblecito perdido de Jaén.

Una Navidad, estudiando todavía -- recuerda emocio- nado--, lo llamaron para que sustituyera a un médico en Puente de Génave, y ahí empezó una de sus mejores aventuras. "Me dio un vuelco el corazón, cogí la maleta y me dirigí a un lugar que casi no sabía dónde estaba --dice--. Llegué triste y con miedo, pero me vine con pena de dejar el pueblo". Y eso que eran 24 horas de trabajo, día y noche, pero fue "una experiencia magnífica". Porque este médico tenaz opina que en todos los sitios a donde a uno le conduce la vida, sean importantes o humildes, se pueden hacer grandes cosas. "Mi padre me inculcó --concluye-- que con independencia de la profesión que se tenga, de dónde y cuándo estés y quién te llame, una persona tiene que ser responsable y cumplidora".