Recuerdo aquellos autocares en los que los de la EGB íbamos, por ejemplo, a los Villares. Cero comodidad, cero seguridad, amén de los mil quinientos chicles y colillas que contenían aquellos inquietantes ceniceros. Se ha mejorado muchísimo, no digo que no, pero que 6 de 10 autocares no hayan pasado la prueba de la DGT es preocupante. Es una obviedad pero, a la luz de los resultados de esta campaña, habría que recordar que los pasajeros del transporte escolar son personas. Ni ganado, ni materiales de construcción, ni niños de la EGB.