"Es la fiesta más genuina de Córdoba, aquella que, simplemente, resguarda maneras sencillas y solidarias de vivir en comunidad y en armonía con la naturaleza". Este es uno de los párrafos que se extraen del formulario de la candidatura para la inscripción de la fiesta de los patios en la lista representativa del patrimonio cultural intangible de la humanidad. En ella se subrayan dos aspectos, la sencillez de una forma de vida, y la solidaridad de los vecinos de los patios, que han aflorado en los dos años de trabajo que ha necesitado la comisión que se creó para elaborar la candidatura y que fue aprobada por el Pleno el 1 de marzo del 2007 .

El expediente se compone de un formulario, que es un documento obligatorio de 203 páginas que va acompañado de diez fotografías y un vídeo; y de otro material complementario consistente en otros tres libros --entre ellos un completo estudio sociológico del IESA--, 30 fotografías y un vídeo más amplio. La documentación obligatoria lleva otro importante aval, el de muchos habitantes de los patios, que con sus firmas brindan su apoyo a esta iniciativa que los hará más universales aún.

Los patios necesitan un marco que les brinda Córdoba y así es como empieza el expediente, ubicándolos en el pasado de la ciudad y remontándose a las raíces que dejaron romanos y árabes. El documento subraya una de las peculiaridades de la fiesta, que "es la única" que hay que estar preparando todo el año. También destaca que, a pesar de la belleza de estos recintos, el hábitat importa menos, lo que cuenta "es la forma de habitarlo" y esa "intimidad pública" que aflora cuando se abren de par en par.

El extenso formulario habla de un censo de 208 casas--patio, de las que 41 se ubican en el Alcázar Viejo. El resto salpican el conjunto histórico de la ciudad. De ellos, 68 han participado en el concurso de este año. Precisamente este evento llena varias páginas del expediente, que se pierde en sus raíces, en 1921, y recorre sus altibajos.

Una de las singularidades de los patios es el intercambio de conocimientos, esa transmisión de saberes que se da de generación en generación y que sin ella no sería posible lo principal, ese mimo diario de 2 a 4 horas que necesitan las plantas, esa ardua labor que deja en los patios el blanco reluciente que tanto contrasta con el color de las flores, y el arte que permite combinar todos los elementos que hacen atractivo a un patio. El intercambio se produce también entre vecinos y visitantes.

Junto a la repercusión de la declaración mundial, en la que precisamente se basa la defensa de la Junta, hay un apartado con medidas para perpetuar los patios, entre ellas actividades ajenas a mayo y fórmulas para la conservación de los inmuebles. Entre las propuestas, destacan ideas como establecer un concurso para premiar plantas o poner en marcha recursos formativos mediante escuelas taller. Y todo, para evitar que este legado popular desaparezca.