El ataurique hace referencia a un adorno de formas geométricas y patrones extravagantes que imita formas de hojas, flores, frutos, cintas, animales, y aparece mucho en las paredes de ciertas construcciones árabes, como las mezquitas. Sin embargo para Santiago Rodríguez es mucho más que todo esto. Estas piezas árabes son para este cordobés su forma de vida, su ilusión diaria y su verdadera vocación. Santiago, albañil de profesión, es un enamorado de su oficio, por lo que intenta aunar sus conocimientos laborales y profesionales con lo que más le gusta, esculpir materiales para crear verdaderas maravillas. Su faceta como artista lleva realizándola más de ocho años, en los que ha creado multitud de piezas como mesas de forja, capiteles de escayola, atauriques de escayola, celosías de cristal, esculturas de arena de sílice y atauriques de vidrio molido, entre otros. Piezas que han hecho que este cordobés invierta su tiempo libre en una pasión que le viene de familia, ya que su hermano también le ayuda en la realización de las piezas.

Con un punzón y una pajita, para dispersar el material sobrante mientras se va tallando la pieza, es capaz de convertir un trozo inanimado de mármol en el más bello de los templetes, diseñado de la misma forma que el templo de Delfos. Un gran trabajo que se ve reflejado en el resultado, unas piezas originales a las que no les falta detalle.

El tallaje de atauriques es el proyecto en el que se encuentra inmerso ahora mismo y que lo tiene muy ilusionado, ya que aunque talle la misma pieza una y otra vez, las decora de manera distinta unas de otras y las hace con ricos y distintos materiales que le permiten desplegar en ellos toda su creatividad. Figuras llenas de incrustaciones realizadas a mano que recrean con una cierta exactitud los atauriques extraídos del conjunto arqueológico de Medina Azahara. Para Santiago esta labor es una bendición ya que hasta hoy ha conseguido todas las metas que se ha propuesto a corto plazo, lo que le permite estar satisfecho con su trabajo para mostrarlo al resto del mundo.

Este artista trabaja sin ánimo de lucro, sus piezas nunca se han puesto a la venta. Todo lo contrario, siempre las ha regalado a amigos y familiares, para que puedan apreciar de verdad el bonito trabajo que hace con las manos. Un trabajo digno de las manos esculturales de los árabes y griegos, aquellos que pasaron a la historia por sus construcciones y por su arquitectura. Seguramente Santiago siga los pasos de nuestros antepasados y pase a la historia por conseguir con un punzón y una pajita verdaderas muestras de la historia cultural y arquitectónica de esta ciudad.