--¿Por qué está en Córdoba?

--Para hablar de derechos humanos y de recursos naturales expoliados al Sahara por Marruecos.

--¿Cómo es la vida normal de un activista en El Aaiún?

--Un activista no tiene una vida normal. Sufre constantes controles policiales, a diario te cachean, te controlan, te interrogan. Los saharauis tienen problemas para encontrar trabajo, pero si eres activista es directamente imposible. Marruecos te dice si quieres trabajar debes abandonar las políticas del Polisario. Antes, también era traductor de los letrados que van de observadores internacionales a los juicios de saharauis detenidos.

--¿Le han detenido?

--Sí, he tenido problemas. Me han dado palizas, pero aunque tengo partes de lesiones y denuncias, nunca he ido a juicio.

--¿Qué hace un activista?

--Mi labor es de concienciación. Trabajo con grupos clandestinos de jóvenes, mujeres y hombres. El presidente de esas cédulas siempre es activista. Son redes de información y solidaridad.

--¿Qué cree que es más difícil vivir en territorio ocupado o en los campamentos?

--No puedo responder a esa pregunta. Yo me tengo que quedar en El Aaiún para luchar por un Sahara libre. No podría dejarlo en manos de Marruecos.

--¿España ha hecho todo lo posible por la señora Haidar?

--No, el Gobierno está haciéndole el juego a Marruecos, que quiere que salgan todos los activistas. En el caso de Haidar, Marruecos y España mienten y están jugando con su vida. España dejó abandonado al Sáhara en 1975 y ahora, lo ha hecho de nuevo. España debe devolver a Haidar a su casa y luchar por el Sahara.

--¿Deberían obligarla a comer?

--No, quiero que se respete su huelga de hambre.

--¿Esperaba que la opinión pública se movilizase así?

--El caso de Haidar es importante, primero porque es una mujer activista; además está enferma y empeora, si se muriese la culpa sería de España y de Marruecos.

--Hay quien dice que es una estrategia del Frente Polisario para envenenar las relaciones entre España y Marruecos.

--El Polisario no tiene nada que ver con su huelga de hambre. Ella entró en la cárcel en el 86; se ha pasado media vida haciendo huelgas de hambre.

--¿Qué haría el pueblo saharaui si ella muere?

--No lo sé, es imprevisible. Ahora la gente está luchando más que nunca, hay preocupación. Su muerte significaría más problemas para Marruecos.

--¿Esta situación les hace replantearse su pacifismo?

--Cuantas más concentraciones hay aquí, más represión hay allí. Pero ni siquiera por eso renunciaremos a la paz. La única guerra que concebimos es la de la paz. No queremos armas, solo queremos derechos.