Estos días se registran en Córdoba mínimas de -12 grados y máximas que no han superado los -6. El sol sale a las diez menos cuarto y a las cuatro de la tarde ya es de noche. ¿En Córdoba? En realidad deberíamos escribir Cordova, sin tilde y con uve. Estamos en la Córdoba de Alaska, una de las más de una docena de ciudades del mundo que comparten el nombre de la ciudad andaluza.

La Cordova de Alaska es una próspera comunidad de poco más de 2.300 habitantes, con una economía sustentada en una importante flota pesquera y varias plantas donde se procesan el arenque o el salmón rojo del río Copper, que desemboca en la bahía de Prince Williams.

Rodeada de montañas colosales y en un entorno natural de grandes lagos, glaciares y bosques, Cordova debe su nombre a los marinos españoles que exploraron aquellas tierras en el siglo XVIII.

El leridano Salvador Fidalgo llegó a donde hoy se sitúa la ciudad, con el encargo de comprobar si los rusos se habían establecido en aquel territorio. No hallando rastro de aquellos, bautizó la bahía como Puerto Córdova, en homenaje a Luis de Córdova, capitán general de la Armada en aquellos tiempos. Corría el año 1790.

Cordova, Alsaka. Foto: Todd Baisdell blaisone.com

La bahía que los españoles llamaron Puerto Córdova hace más de doscientos años, pasó a llamarse más tarde Orca Inlet, pero la población que surgió en sus costas mantuvo el nombre de Cordova, hoy, una ciudad estadounidense, en el estado de Alaska, a la que solo se puede llegar por mar o por aire.

Podría decirse que los cordobeses de Alaska son pescadores, amantes de los deportes de invierno y, quizá debido al maravilloso entorno natural en el que se desenvuelven, firmes defensores de la naturaleza. Como los andaluces, aman su historia, aunque haya discurrido por caminos muy diferentes. Las tradiciones también son muy importantes. No tienen Feria de Mayo, pero sí el Festival del salmón, que se celebra en julio.

Orcas frente a las costas de Cordova, Alaska. Foto: Lindsay K.

La Cordova de Alaska es quizá el topónimo en español más al norte del planeta. Pero hay otras Córdobas tan lejanas y exóticas para nosotros, como la Córdoba de Filipinas, un municipio que debe su nombre al dominio español de cuatro siglos sobre aquellas islas.

El gobernador de Filipinas entre 1862 y 1865, el militar y político español Rafael Echagüe, fue quien dio a esta población el nombre de Córdoba, que hoy también ha variado su grafía por la de Cordova, más del gusto anglosajón. Quizá Echagüe, vasco de San Sebastián, llevó el nombre de Córdoba hasta las Filipinas al recordar su etapa como diputado por Córdoba, uno de los muchos cargos que ocupó.

La Córdoba filipina está encuadrada en la llamada Gran Cebú, actualmente la segunda área metropolitana más grande del país y una zona que tiene en el turismo uno de los principales pilares de su economía.

Es curioso que, siendo tan distintas, la mayoría de las Córdobas del mundo tienen en común su atractivo turístico. Pocas dejan indiferentes al viajero.

En la Córdoba de Argentina, por ejemplo, encontramos la Manzana Jesuítica, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco como en la Córdoba andaluza es Patrimonio de la Humanidad todo su casco histórico.

La ciudad argentina fue fundada por el sevillano Jerónimo Luis de Cabrera, el 6 de julio de 1573.

Cabrera llamó a la nueva población Córdoba de la Nueva Andalucía, en cumplimiento de la promesa que hizo a su esposa, que era cordobesa.

Los primeros Jesuitas llegaron a Córdoba en 1589 y marcaron su historia. El principal legado de la Compañía de Jesús fue la tradición universitaria. La antes mencionada Manzana Jesuítica, en pleno centro de la ciudad, comprende una serie de edificios históricos, como el antiguo rectorado de la Universidad, hoy un museo.

Plaza de San Martín en Córdoba, Argentina Foto: cordobaturismo.gov.ar

A Córdoba siguen llegando estudiantes de toda Argentina. Su universidad, fundada en 1613, es la primera del país y la cuarta más antigua de América. De hecho, a la ciudad se la conoce como La Docta. Con cerca de millón y

medio de habitantes, es la segunda más poblada del país después de Buenos Aires.

La Córdoba andaluza está hermanada con la de Argentina, como lo está con la del estado de Veracruz, en México.

Al pie de la Sierra Madre Oriental, la Córdoba de Veracruz es una ciudad de unos 150.000 habitantes con una economía basada en la agroindustria. Los cordobeses de méxico están orgullosos de su café, como aquí lo estamos de nuestro aceite de oliva.

No en vano, la primera mata de café que creció en México lo hizo en la Hacienda de Guadalupe, en el centro del estado de Veracruz, donde su principal ciudad ha destacado durante décadas, y sigue, por el cultivo y el proceso del café. Así que el café es también una de las delicias gastronómicas de Córdoba y, sin duda, una de sus señas de identidad.

La Córdoba de Veracruz debe su nombre a Diego Fernández de Córdoba, virrey de la Nueva España y marqués de Guadalcázar, a él se debe la fundación de esta población, autorizada por el rey de España Felipe III, el 29 de noviembre de 1617.

Portal de Zevallos, en Córdoba, México. Foto: 'El Sol de Córdoba

La mayoría de las otras Córdobas están en América, en el sur y en el norte. En Colombia, todo un departamento se llama Córdoba, y hay tres pequeños pueblos con este nombre. Hay otra pequeña Córdoba en Venezuela.

En Estados Unidos encontramos hasta seis Córdobas, incluida la de Alaska. Son pequeñas localidades, hay una villa de poco más de 600 habitantes en Illinois, y también pequeños pueblos en Alabama,Tenesse, Carolina del Norte y Carolina del Sur. Algunas de estas loclidades fueron fundadas por militares estadounidenses que lucharon en México .

Hoy, gracias a internet, es relativamente fácil conocer mucho más sobre todas esas ciudades a las que nos une un nombre común. Una buena excusa para ampliar horizontes, para volver a explorar --aunque sea a través de la pantalla del ordenador--, aprender y reconocernos en otras culturas, tan distantes, tan diferentes, pero tan cercanas cuando pronunciamos su nombre...

Su nombre es Córdoba.