No porque se repita cada 8 de septiembre, y porque cada vez salgan a relucir las enormes y desasosegantes cifras de analfabetismo --como una especie de día de la marmota--, y no porque sea otro signo de lo poco o muy lentamente que avanza el mundo en algunas cosas deja de ser útil recordar eso, las cifras, el alcance del mal. La Unesco denuncia este año que en el mundo hay 774 millones de personas analfabetas, es decir unas 16 veces la población de España, o casi dos y medio la de Estados Unidos, pero tal vez lo más lamentable es el salto minúsculo, de medio milímetro, en términos de población mundial, que se ha producido con respecto a la estadística del año pasado: escasamente un millón de personas menos. De 775 millones a 774 millones.

Del 2011 al 2012 se pudo presumir al menos de un salto de, en esos mismos términos, medio centímetro, de 793 millones a 775 millones. Siempre según la Unesco, en el 2009 eran 776 millones. La mayor parte de los analfabetos habitan, como es de esperar, en algún país del hemisferio sur, y que el analfabetismo es una cuestión de colectivos o porciones de población habitualmente discriminados lo refleja el sesgo escogido este año por el organismo internacional para divulgar sus estadísticas: en esencia, que "las niñas y las mujeres siguen quedando rezagadas". De los 774 millones de personas que no saben leer ni escribir, dos tercios son mujeres, 495 millones, y la proporción es la misma (dos de cada tres) en el segmento del analfabetismo joven: 76 millones sobre 123 millones.

Que en el seno del propio hemisferio sur también hay enormes abismos lo refleja el hecho de que el 71% de esos 76 millones de mujeres jóvenes analfabetas están en solo nueve países: India, Pakistán, Nigeria, Etiopía, Bangladesh, República Democrática del Congo, Tanzania, Egipto y Burkina Faso. Que hay países, además, que parecen uno pero en realidad son dos, al menos desde el punto de vista del desarrollo humano, está elocuentemente reflejado en el caso de la India, economía emergente, tierra de enorme riqueza (y riquezas), donde se concentran casi 30 de esos 76 millones de mujeres. "Aunque la magnitud de la población analfabeta a nivel mundial se va reduciendo --señala la Unesco--, la proporción de mujeres en esta condición ha permanecido prácticamente invariable, del 63% al 64%". La paradoja es que, en general, las niñas muestran una tendencia más marcada a permanecer en el colegio, así como a obtener mejores resultados una vez que se han incorporado al sistema educativo.

Retraso y pobreza

El analfabetismo es una tara en sí mismo, pero también un factor que, combinado con otros, produce retraso y pobreza. O, como dice la Unesco: "Las tasas de alfabetización son un componente del Indice de Desarrollo Humano, y la distribución del analfabetismo en el mundo coincide estrechamente con el de la pobreza". También con motivo del Día Internacional de la Alfabetización, Misiones Salesianas ha hecho público el dato de que la pobreza en el mundo se reduciría un 12% si todos los estudiantes de los países en vías de desarrollo salieran del colegio sabiendo leer y escribir. Una persona educada --señalan estos misioneros, cuyo objetivo es la educación en los países desfavorecidos-- "cambiará sus hábitos de higiene y de alimentación, querrá un mejor trabajo, conocerá sus derechos y no permitirá que abusen ni de él ni de su familia".