Negar el saludo es negarse a sí mismo. Saludarse por las calles de la ciudad es un protocolo social que, en el fondo, nos convierte en algo más que simples animales ¿Seres sociales, tal vez? Al tiempo, sumamos una energía positiva al destino universal hacia donde vamos. El que no quiera saludar, pues que no lo haga. Y punto. Bueno, puede utilizar su inquisidor dispositivo electrónico e inteligente, y saludar a los miles de agregados a su cuenta o grupo. Claro, si ha conseguido instalar: WhatsApp, Facebook, Twitter, MySpace… Qué esa, es otra. Ahora, olvídense del calor humano. Más bien, encontrarán la frialdad que ofrecen estos huecos sistemas sociales de última generación; que están llegando a anular las relaciones humanas entre las personas no virtuales.