Había menos que caras largas, porque en realidad había una sola cara larga, la de Susana Díaz. Se veía venir, a mi entender, por dos cuestiones: el tono y la forma de la presidenta. Veamos. En mis tiempos universitarios en la Transición recibíamos en el Colegio Mayor de la Asunción a multitud de conferenciantes de los temas más variopintos; entre ellos el representante de una asesoría a partidos políticos. De lo que recuerdo, aquel buen señor habló de la razón de la debacle de Coalición Democrática (ex Alianza Popular) en la campaña de 1979, pero que podría valer para cualquier otro partido y fecha. Se refirió a la incorrecta elección de su mensaje electoral: el eslogan rezaba «Porque las cosas no están centradas», en alusión sibilina a la Unión de Centro Democrático de Adolfo Suárez. El especialista decía el eslogan estuvo muy mal elegido porque un mensaje nunca debiera incidir en lo negativo, y que mejor hubiera sido algo así como «Vamos a centrar las cosas», más o menos. Pues, según esto, Susana Díaz ha cometido el error de atacar a Pedro Sánchez llamándole perdedor, a la vez que se llamaba a sí misma triunfadora diciendo que le gustaba ganar y que siempre ganaba. Si al mensaje negativo hacia el contrincante unimos un tono excesivamente andaluz con inflexiones de voz exageradamente felipistas que no han caído bien fuera de nuestra región, pudiera ser que en ello se haya basado buena parte del fracaso susanista, aunque no todo, imagino. Pero lo realmente sorprendente es que los socialistas del resto de España hayan comprado el propósito de un Sánchez que supervalora el hecho diferencial catalán (o lo que sea eso), lo que supone, por ende, infravalorarnos a todos los demás, y no el de iguladad propugnado por Susana Díaz. Y ahí reside la mayor perplejidad de muchos, cómo es posible dar el triunfo a un candidato que no integra sino que disgrega la nación, que potencia el complejo de superioridad de algunos, y que además sintoniza con un radicalismo que, a la vista está, ha tocado techo en la marca registrada de Podemos. Pero, para contestar, quizás tendríamos que ser un especialista como aquel que nos habló hace tanto.

* Profesor

@ADiazVillasenor