El principal reproche del pueblo a los partidos es el mecanismo de pactar gobierno. No entendemos cómo puede llegar a ser decisivo el menos votado. Si hubiera lo que tiene que haber los representantes de la cola en el recuento electoral no aceptarían ser parte de un gobierno para el que no han sido elegidos. Pues algo que debería ser una evidencia en el sistema, es decir, la ética democrática, está en vías de extinción. Por tanto, como no podemos esperar nada del honor no nos queda más remedio que obligar por ley. La irrupción de partidos del corte de Podemos ha exigido más desarrollo democrático en los mecanismos de participación ciudadana en referencia al funcionamiento interno de los grupos políticos. Pues a ver si toman nota entonces: la actual forma de votar muestra un fundamentalismo que no tiene nada que ver con la democracia porque solo ofrece al ciudadano la oportunidad de elegir a un solo partido entre un gran elenco. Las papeletas no deben ofrecer una sola opción sino varias porque somos muchos los que tenemos dudas entre dos a la hora de elegir. Se debe ofrecer una primera opción y una segunda e incluso una tercera; como las quinielas. Según este método, el menos votado no podrá gobernar porque una vez hecho el recuento serán los resultados de todas las opciones los que darán luz para que en los pactos para formar gobierno no primen intereses partidistas o ansias personales, sino lo reflejando por la voluntad popular. Y el farolillo rojo si quiere un sueldo que se vaya a coger aceitunas.

* Abogado