Me he sometido a una dieta rigurosa de noticias durante cuatro días por ver si aclaraba mis ideas ante el crucial comité federal que el PSOE celebrará mañana. Es muy difícil pensar serenamente cuando es uno bombardeado desde los medios por multitud de declaraciones de personajes, algunos importantes, interesados en que las cosas vayan como a ellos les gustaría que fueran. En el fragor de la batalla mediática resulta difícil recordar cuál era el plan que tenías e incluso se llega a olvidar que tenías un plan, porque las continuas declaraciones aturden y parece que te obligan a responder a ellas en vez de seguir tu camino. Mañana los socialistas teníamos previsto decidir qué hacer sobre el congreso federal que hay que convocar para la primavera, pero ahora parece que hay que decidir cambios en el plan poselectoral que se aprobó el 28 de diciembre, como si hubiera ocurrido algo que nos obligue ineludiblemente a hacerlo.

Yo soy de ciencias y para decidir qué hacer prefiero analizar los hechos en vez de dejarme aturdir por el ruido mediático, cuáles son los hechos nuevos que obliguen a modificar lo decidido hace sólo un mes, esencialmente: No apoyar al PP, porque "El PSOE es lo contrario del PP", liderar un gobierno de progreso con un programa de rescate ciudadano y resolver el problema territorial de España en el marco de una reforma constitucional federal. Sinceramente nada nuevo ha ocurrido que impida seguir con el plan.

Que Felipe González, Alfonso Guerra y otros exdirigentes vean deseable la abstención del PSOE para que PP y Ciudadanos formen gobierno, a la vez que detienen a las tramas corruptas del PP, es solo la prueba de que han perdido el norte con la excusa de que no nos convienen las elecciones, como si el tactismo llevara a algún sitio, ¡que se callen todos!

Que formar un gobierno de progreso cuando sólo se cuentan con 90 escaños de 350 es una tarea casi imposible, ya lo sabíamos hace un mes, pero la política está para intentar lo imposible, con el fin de conseguir lo que queremos para España. Ciudadanos no quiere entrar en ningún gobierno que ellos no presidan y Podemos tampoco quería pero ahora sus dirigentes dicen que quieren.

El caso de Podemos merece un análisis detallado pues para ellos antes de las elecciones éramos el PPPSOE, de hecho en sus reuniones hablaban sorprendidos de "la resistencia del PSOE" ante su brillante estrategia de acoso y derribo. Para conseguir más votos pactaron con otras fuerzas nacionalistas que les obligaron a dar prioridad a temas muy alejados de la agenda social con la que habían captado a los indignados y sometido a parte de su organización a tensiones y tácticas autoritarias para imponer los criterios de Pablo Iglesias y su guardia revolucionaria que empiezan a pasarle factura con crisis provinciales y autonómicas y sobre todo con el alejamiento de las Mareas, que, caso de haber nuevas elecciones, irán por separado. Claro que como son muy hábiles en captar impactos mediáticos, dieron un salto en el vacío y de forma teatral sorprendieron a todos con su propuesta de un gobierno con Pedro Sánchez de presidente tratando de humillar a los socialistas. Yo les diría que se metan su propuesta por donde les quepa.

El coro de voceros que nos dicen lo que tenemos que hacer ante este estado de cosas es solo el reflejo de la carencia de ideas en las que se mueve la política española hoy, pues tan descabellado es apoyar un gobierno del PP acosado por la corrupción como formar un gobierno liderado en segunda fila por Podemos.

Mi propuesta al comité federal es taurina, ya que es imposible torear al alimón con Podemos por el infantilismo revolucionario de sus dirigentes o actuar de mamporreros de la derecha reaccionaria y corrupta, solo nos queda parar, templar y mandar.

Parar es esperar a que el Rey encomiende a Pedro Sánchez la tarea de intentarlo sin oír ni bufidos ni improperios, ni mucho menos los consejos desde la barrera de los que no se juegan nada.

Templar es citar educadamente a todos y explicarles que queremos un gobierno para España que enmiende lo hecho por el PP y que afronte los retos que tenemos, es decir nuestro programa y con orejas de escuchar tomar nota de las propuestas de los demás. En el caso de Podemos no he encontrado ninguna discrepancia entre ambos programas que no pueda modularse, pues hasta el derecho a decidir no era unilateral sino en el marco de una reforma constitucional que necesita consenso.

Mandar es hacer con esos mimbres un discurso de investidura y que cada cual vote lo que le parezca y si podemos formar gobierno se hace y si no, vamos a elecciones, cargados de razón para recuperar al electorado que sabrá entonces que sin el PSOE no habrá nunca progreso en España.

* Militante socialista. Profesor