No está muy claro si por intervención divina o porque en vacaciones el ser humano tiende a la bonhomía y la complacencia, el caso es que en la Semana Santa de 1977 fue legalizado el Partido Comunista, que poquito antes se había planteado nada menos que renunciar al marxismo-leninismo, con el follón interno subsiguiente. Si fue por intervención divina, sin duda se debió a que el hecho ocurriera durante la sacrosanta fecha; si se debió a obra humana, sin duda Adolfo Suárez actuó de Virgen María y en él se hizo carne Santiago Carrillo. El caso es que cuando la primavera empieza a alterar la sangre, pasan cosas, y ahora vuelven a pasar, taytantos años después. Y pasa que los que vivimos aquélla, ahora nos topamos con ésta; los que disfrutamos y penamos con la Transición en plena efervescencia hormonal por ambas partes, ahora, ya con la testosterona resistiendo en los últimos blocaos del combate, asistimos a otra Transición, desde luego más llevadera, más de andar por casa, un poco desdentada, sí, y por lo tanto más en consonancia con nuestra dentadura, que ya no está dura pa otra huesura --como cantaba Carlos Cano-- que no sea la de la lucha tranquila. Pero que no por ello deja de ser lucha, ya que el sosiego y la paciencia también son capaces de desencadenar cosas terribles, y si no ahí está el ejemplo de la gota malaya. Pues sí, estamos en una segunda Transición, sosegada a pesar de las apariencias, pero igualmente dinámica, brutal en su taimado desdén. No, señor presidente, Ciudadanos quizás no venga a salvar el mundo, como afirmó usted ayer, pero le va a mover la silla. A su mundo.

* Profesor