El Banco de Alimentos espera que, cuando acabe la jornada de hoy, se hayan recogido en los 150 establecimientos de la provincia que colaboran más de 300.000 kilos de productos no perecederos con los que atender a los alrededor de 80.000 cordobeses que precisan esta ayuda para subsistir. La Gran Recogida de Alimentos, que tiene lugar en toda España entre ayer y hoy, pretende abastecer así a todas las ONG --principalmente Cáritas-- con las que el Banco de Alimentos colabora para atender a las familias en sus necesidades más acuciantes. Cuando esta organización empezó su andadura en el año 2004 se recogieron 17.000 kilos de alimentos, lo que demuestra el crecimiento exponencial de las necesidades a atender, y también de la solidaridad de los ciudadanos que colaboran con el objetivo de no dejar caer a las personas más débiles.

"Nunca pensé que no tendría para comer", decía ayer una joven madre en una conmovedora entrevista con este periódico, y es cierto que la crisis ha situado al borde de la miseria a muchas familias que vivían holgadamente, pero que no han podido resistir un paro en exceso prolongado y se ven en una situación que, para colmo, les avergüenza. Es la durísima cara de la pobreza, que se está viendo paliada por la buena voluntad de muchos ciudadanos. En la Gran Recogida de Alimentos están colaborando, solo en Córdoba, 3.400 voluntarios movilizados para la ocasión, y serán miles los ciudadanos que, al hacer la compra ayer y hoy, adquieran productos no perecederos para colocarlos en las cajas a la salida de los supermercados. Sobre la jornada de ayer aún no hay datos, pero sí la buena señal de que los pequeños establecimientos están pidiendo más cajas.

Los organizadores recuerdan que no solo de pastas y arroz se compone la cesta de una familia, y piden que, por el mismo dinero, se adquiera aceite, leche, otro tipo de legumbres y, muy especialmente, alimentos para los niños, que son, como ha señalado la Unesco recientemente, los grandes perdedores de esta crisis.

Es verdad que la caridad nunca puede sustituir a la justicia. Ni siquiera la solidaridad. Los políticos que están al frente de las administraciones deberían sentir esa vergüenza que sienten injustamente las personas empobrecidas y al borde de la marginalidad, y actuar para que los ciudadanos tengan oportunidades de trabajo y de progreso. Entre tanto, la movilización de la gente corriente está salvando a muchos, cubriendo huecos y ayudando a subsistir. Esa solidaridad ciudadana, esa generosidad, es, sin duda, lo mejor que trae la crisis.