La noticia tan esperada para los taurinos de que el Tribunal Constitucional se pronunciara ante sus aspiraciones de volver a introducir el espectáculo de sufrimiento y muerte en público de animales en la Comunidad Autónoma de Cataluña ha sido recogida en formato de opinión y colaboración en Diario CÓRDOBA por un abogado y un veterinario, a los que le dan siempre tribuna.

El primero, además presidente del Círculo Taurino de Córdoba, arremete con lo que de legal tiene el espectáculo. No tanto en la comunidad donde se prohibió por una ILP ciudadana que fue votada democráticamente en un Parlamento democrático, el catalán, en 2010. Sus argumentos no salen del orden legal en el que otra ILP en otro Parlamento democrático, esta vez el español, consiguió que le dieran con los únicos votos del PP, el valor a la tauromaquia de Patrimonio Histórico y Cultural en 2013. Hay una diferencia entre una y otra ILP señor Gordon: mientras la ILP promovida en Cataluña se debatió en la Comisión de Medio Ambiente, ante la que comparecieron partidarios y detractores de la prohibición, la ILP taurina se debatió ante la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados, ante la que comparecieron también las partes interesadas. Mientras en Cataluña se hablaba de maltrato animal y de cómo abolirlo, en la Cámara Baja se habló de cultura y patrimonio. Mientras en el Parlamento de Cataluña se hablaba de animales y de su sufrimiento, en la Carrera de San Jerónimo de Madrid se habló de tradiciones y de costumbres que están obsoletas, aunque hubo un pequeño espacio para hablar de eso, de la realidad de la tauromaquia, de dolor y padecimiento animal.

El segundo, además expresidente de la Casa del toreo, me duele más porque es, como yo veterinario. No saliendo de mi asombro el señor Jordano pone en la picota a la raza Toro de lidia y justifica su maltrato y muerte en las plazas en base a su peligro de extinción. Como sabe perfectamente la raza toro de lidia es una raza de fomento y ni por asomo está en peligro, como sí lo están otras como la Morucha, Tudanca o Avileña, que como veterinario debería de preocuparle. Ningún organismo internacional dedicado al estudio y protección de especies en extinción lo tiene en sus listas rojas. Si se pierde, que no se perderá, es cuestión de que la raza ya no es productiva y no merece la pena seguir con ella; eso lo saben hasta en primero de veterinaria. Piense señor catedrático que clavarle puyas, banderillas, estoques, puntillas y descabellos que provocan mucho dolor y sufrimiento en estos animales estaría penado con 14 meses de cárcel si se hace en un toro de cualquier otra raza, en la de lidia es consentido, aplaudido y vitoreado por la profesión veterinaria sin que se les caiga la cara de vergüenza al comprometer nuestro Código Deontológico. A lo mejor es que usted no está ni colegiado y el Código este lo usa para otros menesteres menos éticos y morales.

Termino diciéndole a ambos que el que ríe el último ríe mejor y más fuerte; y que no solo seremos una legión de solitarios sino una sociedad completa y concienciada con el sufrimiento animal la que no tolerará estas prácticas, ni en los veterinarios, ni en los abogados ni en nadie sin coartarle su libertad para disfrutar.

* Veterinario y etólogo

Miembro de Avatma