Acabamos de celebrar las fiestas de Navidad y es una buena ocasión para recordar lo que nos dicen los evangelios de la infancia de Jesús. Los evangelios de la infancia de Jesús han de ser leídos más bien como un prólogo teológico a los posteriores relatos de la vida de Jesús adulto, que como unos sucesos estrictamente históricos.

Para empezar los dos relatos de la infancia, el de Mateo y el de Lucas, si pretendemos leerlos como relatos estrictamente históricos no son coherentes entre sí. Lo que cuenta Mateo no encaja con lo que cuenta Lucas, y al contrario. Marcos y Juan no se ocupan para nada de la infancia, comienzan el evangelio hablando de Jesús ya adulto.

Los evangelios de la infancia de Jesús son un prólogo teológico a la vida de Jesús adulto. Pretenden una presentación sintética del sentido global de la vida y persona de Jesús. Lo que un escritor moderno y occidental hubiera hecho definiendo el perfil de la personalidad de Jesús mediante una enumeración de los elementos constitutivos de su carácter y de su mentalidad, Mateo y Lucas lo hacen de una forma escenográfica. Dibujan escenarios donde las acciones y las palabras de los personajes que intervienen en la escena transmiten al lector un determinado mensaje. Es precismente ese mensaje, expresado con un estilo literario escenográfico, lo auténticamente importante. No se pretende que el lector piense que el suceso mismo representado en la escena haya tenido lugar tal cual es relatado.

El Jesús adulto manifestará una clara simpatía por las clases más populares de la sociedad en que vivió. Las personas que eligió como sus colaboradores más inmediatos, los pueblos y ciudades por los cuales anduvo, su cercanía humana hacia los enfermos, los inválidos, son una clara muestra de ello. Por el contrario, las severas palabras que pronunció sobre el dinero y la riqueza ( que no se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero; que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos, la lástima con que miró al muchacho rico, bueno y honrado él, y así mismo apegado a su cuantioso patrimonio) definen una evidente manera de pensar y sentir de Jesús adulto. Eso es lo que se representa escenográficamente en los evangelios de la infancia: recostado en un pesebre porque no había para ellos sitio en la posada, el público que acude a felicitar a María son precisamente los pastores, no miembros de la alta sociedad.

Tanto Jesús como su homólogo Juan el Bautista,se manifestaron en contra de una religión nacionalista. Aquello del pueblo elegido por Dios era entendido desde el punto de vista de los nacinalistas de la época como si por el hecho mismo de ser israelita se tuvieran ante Dios una especie de derechos adquiridos: Dios los prefería a ellos más que al resto de los humanos. Juan lo dijo claro: ser descendiente de Abraham no conlleva especiales prerrogativas. Dios puede, decía Juan, dar hijos a Abraham sacados de las piedras. Jesús dijo igualmente: vendrán de oriente y occidente y se sentarán en el trono de Jacob; a sus discípulos les encargó que fueran por todo el mundo a predicar el evangelio. Esta mentalidad universalista, según la cual para Dios no hay naciones sino un único y sólo género humano, es lo que pretende transmitir la escena de los llamados Reyes Magos. Esos personajes, que nadie sabe quiénes pudieron ser, pero que venían de fuera, de Oriente. Eso es lo importante. No eran israelitas. El relato es una llamada a la superación de los nacionalismos, de los racismos, de los machismos, de todo lo que pueda dividir a los seres humanos en personas de primera y de segunda clase. Ante Dios todos somos iguales.

Jesús adulto fue una personalidad controvertida. Tuvo fieles seguidores, y tuvo convencidos adversarios. Le criticaron que pusiera su humanismo por encima de la ley del sábado, que no fuera escrupuloso en los ritos de purificaciones y lavatorios, que se permitiera tener amistad con gentes de conducta socialmente mal vista. Jesús provocó a los sacerdotes que permitían usar el Templo como mercado, censuró a los escribas (teólogos y moralistas de la época) que cargaban sobre los otros pesos que ellos no movían con un dedo, se opuso a los fariseos (conservadores tradicionalistas de la época) que practicaban una religión de formas y de liturgia, y olvidaban la misericordia y la justicia. Este futuro controvertido de Jesús es el que está representado en la matanza de niños por parte del rey Herodes. Es un anuncio de la oposición que Jesús adulto encontrará, incluso de la manera como sus adversarios acabarán silenciando su voz.

* Profesor jesuita