Los hermanos deben estar juntos. Hablar aquí de ratios es desperdiciar retórica, sobre todo, si otros alumnos causan baja, se liberan las plazas y tampoco se ocupan con el hermano que ha quedado fuera. La administración podría facilitarnos la vida, y debería ser prioritaria la unión escolar de los hermanos. Algunas madres han denunciado la sinrazón de tener a sus hijos en distintos colegios, con profesores, compañeros y barrios alejados. Tras la negativa tajante en Educación, unos padres acudieron a la vía judicial y la Audiencia Provincial les dio la razón en marzo, declarando incorrecta la interpretación normativa de la Junta. Pero Educación, en vez de replantearse su posición, recurrió al TSJA, derrochando, otra vez, tiempo, energía y dinero --de los progenitores, pero también de los contribuyentes--, para que el Tribunal Superior volviera a inclinarse a favor de los padres, por su "confianza legítima" en la reagrupación de sus hijos, tras la ampliación de ratio, como otros cursos. La obsesión por la norma, sin flexibilidad práctica, es una burocratización que se impone a los niños. Con medio centenar de casos en Córdoba, hay una plataforma de afectados por la separación de hermanos. Pero Educación ya anuncia que no ampliará la ratio para reagruparlos. Es importante el número de alumnos para garantizar una instrucción óptima, pero también lo es, para el orden doméstico, la reunificación de los hermanos. Se vive a golpe de sentencias donde debió primar la sensatez. Además de la crisis farragosa, las familias se enfrentan a esta rigidez de absurda cerrazón.

* Escritor