Córdoba celebra hoy la fiesta de San Rafael, custodio de la ciudad. La historia nos la sabemos de memoria. El 7 de mayo de 1578, San Rafael, acompañado por cinco mártires, se apareció al padre Andrés de Roelas, certificando la autenticidad de las reliquias de los mártires cordobeses que aparecieron en la iglesia de San Pedro y, a la par, declarándole: "Yo te juro por Dios vivo que soy Rafael Arcángel, a quien Dios tiene puesto como Custodio de esta ciudad". En enero de 1583, el Papa Gregorio XIII autorizó el culto a las reliquias, al tiempo que el fin de la epidemia de peste del año anterior fue atribuído por los cordobeses a la custodia que ejercía San Rafael. Desde esos momentos, la devoción al Arcángel no dejó de aumentar en Córdoba hasta nuestros días. Su hermandad, fundada en el siglo XVIII, tiene una hermosa y necesaria tarea: fomentar y cuidar el culto en la basílica del Juramento, alzada en la casa que habitase el padre Roelas y donde se venera la principal de las imágenes de San Rafael, obra de Alonso Gómez de Sandoval. Como sabemos, trece esculturas de nuestro custodio se alzan airosas en calles, plazas y puentes, denominadas Triunfos . El mejor de todos ellos, a juicio del historiador Juan José Primo Jurado, el de la puerta del Puente Romano, del escultor Miguel Verdiguier. El nombre de nuestro Arcángel Rafael, --"Medicina de Dios o Dios ha obrado salud"--, pertenece al alma de Córdoba, que hoy lo contempla en las alturas como acompañante y protector de todos los cordobeses. En el libro de Tobías, aparece disfrazado en forma humana, como el viajero acompañante del hijo de Tobías. La historia de esta travesía está llena de aventuras, y en ella es visible su influencia protectora. García Lorca se refiere a San Rafael y al pez en la historia bíblica, dejándonos estos versos: "Un solo pez en el agua. Dos Córdoba de hermosura. Córdoba quebrada en chorros. Celeste Córdoba enjuta".

* Sacerdote y periodista