Hace casi dos años en un editorial del periódico más influyente de España, Juan Luis Cebrián lo insultaba llamándolo: «el secuestrador del PSOE», «el fracasado», «el insensato sin escrúpulos», «el cobarde», «el mentiroso», por no plegarse a la orden de apoyar la investidura de Rajoy. Hoy él es presidente del gobierno y Cebrián ya no manda en «su» periódico.

Efectivamente, el títere, el payaso, el blando, el marrullero, el irresponsable, el amigo de los terroristas de ETA, el siervo de los que quieren romper España, solo por su ambición desmedida es ya presidente del Gobierno. De nada sirve argumentar en favor de su legitimidad porque lo han votado los representantes de más de 12 millones de españoles y en contra los de 11 millones de españoles iguales, o ¿es que hay españoles de dos categorías?

Yo no creía en Pedro Sánchez, nunca lo voté en las primarias y me sorprendía el entusiasmo de sus partidarios y el odio de sus detractores, pero bueno, a mí tampoco me gustaban Felipe González y Alfonso Guerra. En la historia reciente no recuerdo una inquina tan absoluta de todos los poderes contra un político cuyo principal defecto es ser fiel a la palabra dada a los electores. Respetar su «no, es no» lo apartó de la política una vez y cuando todos lo daban por muerto, vino la realidad cambiante de la política a darle una oportunidad que nadie vio antes, supo aprovecharla y ahora es presidente constitucional. A lo que se ve: los muertos que algunos matan, gozan de muy buena salud.

Está claro que no es lo mismo ser presidente investido tras unas elecciones que como consecuencia de una moción de censura a un presidente incapaz de asumir su responsabilidad política. Pero si hablamos de quién tiene más legitimidad parlamentaria, en 2016 Rajoy fue investido con 170 votos afirmativos tras una feroz campaña sucia contra Pedro, hasta conseguir que dimitiera y que los diputados socialistas se abstuvieran, mientras que hoy Sánchez ha tenido 180 votos favorables. Está claro que en política, como en la vida, quien ríe el último, ríe mejor.

Ya tenemos de presidente del Gobierno a un socialista valiente, con visión táctica y con suerte, con mucha suerte. Le respalda unánimemente un partido responsable, si conseguimos que sigan callados tantos «notables» que no representan a nadie salvo a sus propios intereses, más cercanos a otros partidos que los utilizan. Está claro que la mayoría política que ha apoyado su moción lo ha hecho para desalojar al PP del gobierno y por tanto no hay un acuerdo de programa. ¿Volveremos a caer en el error de subestimar la capacidad de Pedro, cuando ha conseguido sobrevivir hasta ahora? Yo desde luego no voy a subestimarlo porque ningún político reciente acredita tanta resilencia y porque todas las fuerzas políticas, salvo Ciudadanos, no desean unas elecciones inmediatas y eso une mucho a todos con la persona que tiene la capacidad para convocarlas.

En su discurso ha esbozado un programa mínimo que se resume en: primero recuperar la normalidad política, segundo atender las urgencias del país y tercero convocar elecciones. Acordar y buscar consensos donde sea posible y nombrar a un Gobierno competente facilitarán el éxito. Mejorar a Rajoy es bastante fácil o, dicho de otra manera no va a ser difícil.

No tiene mayoría para grandes cambios legislativos, ni siquiera para aprobar unos nuevos presupuestos, pero como decía el sábado Eduardo Moyano en este periódico: «Puede ser una oportunidad para la política de las pequeñas cosas, la que construye puentes y cierra heridas».

Solo hay un asunto verdaderamente delicado y urgente, que es el desafío secesionista catalán, pero con un presidente que ha prometido solo sobre la Constitución no me cabe duda que el diálogo estará dentro de ella y respetando la soberanía nacional que es de todos, porque Cataluña es tan nuestra como de los catalanes. En mi opinión y para empezar no se debe negociar nada hasta que el Parlament no renuncie formalmente a la ilegal ‘Declaración Unilateral de Independencia’.

PSOE y Podemos parece que al fin han comprendido que tienen que entenderse si quieren mejorar la vida de los españoles y con el apoyo de los nacionalistas han dado un golpe claro a la corrupción y un grito por la libertad y contra los recortes, hacer esto posible gobernando con acierto es muy complicado, pero ¿hay algo imposible en política si se quiere?¿Que Pedro Sánchez no es un líder? «No, ni ná».

* Profesor jubilado de la UCO y militante socialista