En Cataluña hay gente como Joan Coscubiela. Individuos dispuestos a defender los derechos de aquellos que no piensan como ellos. Es decir: auténticos demócratas. El portavoz de Catalunya Sí Que Es Pot hizo que los diputados de Ciudadanos, PSC y PPC se levantaran para aplaudirle, mientras gritaban una palabra desde hoy proscrita en el Parlament: «Democracia». ¿La razón? JuntsPelSí y la CUP aprobaron la ley y el decreto de convocatoria de un referéndum secesionista ilegal que no sólo es inconstitucional, sino también antiestatutario. Aunque el asunto ahora es otro: esa ley debía someterse al Consejo de Garantías Estatutarias, pero la presidenta del Parlament no lo permitió. Y cuando el portavoz de Puigdemont se burló de las competencias del Consejo de Garantías -garantías democráticas para el ejercicio de la representación ciudadana--, Puigdemont, el presidente de la Generalitat, el presidente de todos los catalanes, lo celebró con aplausos. La máscara, ya descolorida, acababa de caer: si tú no estás en defender a toda tu población -esa que, en las últimas elecciones autonómicas, concentró más de la mitad de los votos en partidos no independentistas, aunque tú te beneficiaras de la ley electoral--, para qué vas a respetar sus derechos. Ahí entra Coscubiela: «No quiero que mi hijo Daniel viva en un país donde la mayoría pueda tapar los derechos de los que no piensan como ella». «No se dan cuenta de la gravedad de lo que están haciendo aquí, es muy grave, es cogerle el gusto a la antidemocracia y al autoritarismo y a pisar los derechos de los parlamentarios». «Estoy dispuesto a partirme la cara para que ustedes voten sobre la independencia de Cataluña, pero no si pisan los derechos de los diputados». Afortunadamente Coscubiela no está solo. Pero hoy en Cataluña o piensas como Puigdemont o te pisotean entre risotadas. Esto ya no va de independentismo o referéndum. Desde este jueves estamos ante un golpe de Estado descubierto, y con recochineo.

* Escritor