¿Quién no ha visitado un "mercadillo" de barrio, ha disfrutado de un espectáculo de flamenco o se ha emocionado al mirar el Señor de las Penas en su procesión en el Domingo de Ramos? ¿Quién no ha paseado por el barrio de El Realejo, la calle Lucano o la Judería de Córdoba? ¿Quién no ha esquivado un ramito de romero?

En nuestra ciudad, Córdoba, desde siglos atrás hemos convivido "gitanos y no gitanos", sin embargo ignoramos las similitudes y diferencias entre unos y otros. Solo compartimos suspicacias, desconfianzas, recelos sentimientos basados en la ignorancia y en la incapacidad de entender al "otro". Es mutuo, no lo olvidemos.

Hoy, como antropóloga y con motivo de la II Cumbre Europea sobre los Gitanos, y la celebración del Día Internacional del Pueblo Gitano, intentaré acercaros a la etnia gitana y a los problemas socio-culturales en los que están inmersos.

La leyenda sobre el pueblo gitano enreda un racimo de estereotipos que nos frena ante el desconocimiento de esta cultura y provoca un aislamiento real de diferentes culturas en la civilización cordobesa. Dicho desconocimiento nos lleva a la discriminación y a la desconfianza mutua, en definitiva a la desigualdad entre iguales en nuestra tierra.

La etnia gitana procede de una diáspora que se inició en el norte de la India en el siglo X, demostrado a partir de estudios lingüísticos del romanés, aunque hasta el siglo XX se le atribuía procedencia egipcia. Las primeras oleadas migratorias llegaron a Europa occidental en el siglo XI, hablamos de una cultura cuyas costumbres y modos de vida se afianzan en la convivencia y mestizaje multicultural con otras poblaciones autóctonas.

A España llegaron en 1425. Paralelamente, los gitanos rumanos pasaron por un largo período de esclavitud en Europa del Este prolongándose hasta el año 1856. Como ejemplo y anécdota, Vlad Dracul, el padre del principe Vlad Tepes (alias Drácula, el Empalador) fue el primer importador en masa de gitanos como esclavos.

Los gitanos andaluces son la principal minoría étnica de la región. Compartiendo cada vez más espacios y tiempos con gitanos rumanos en nuestra comunidad autónoma. Son un pueblo en transición con cambios profundos en sus costumbres, modos de vida y estructuras familiares, demográficas y sociales básicas, todo, sin descartar su arraigo cultural y el mantenimiento de su tradición gitana. Obviamente, la necesidad y crisis económica en estos momentos incrementa en poblaciones más marginadas y, cómo no, en la población gitana.

Desafortunadamente, hay poca documentación sobre el pueblo gitano, hasta el momento pocos han sido los que han recopilado datos, pocos se han preocupado por esta cultura. Es escasa la información que tenemos sobre esta cultura que nos enriquece y ha aportado tanto culturalmente. Como es el caso del Arte Flamenco.

En Andalucía viven unos 250 mil gitanos en unas 46 mil familias, sobre un 4-5% de la población y la adaptación socio-cultural no es del todo fructífera.

Conocemos que el arraigamiento cultural de los gitanos se basa en sus propias leyes gitanas, sus propios procesos domésticos o privados, su propia estructura matrimonial, su dote, su permanencia como grupo. Los ritos y el casamiento gitano. Son familias extensas formadas por varios núcleos familiares. Tienen unos rasgos lingüísticos y fenotípicos, su propio lenguaje. Todo conforma una permanencia como grupo. Es una herencia cultural a través de la transmisión oral de generación en generación. Estos rasgos les hace diferentes a los no gitanos e, insisto, todos convivimos en la misma ciudad. En la renovación de España con la democracia los gitanos han llegado crecientemente al estatus de ciudadanos de un Estado social de derecho, y en su caso ha sido crucial el impacto de las políticas públicas desarrolladas sobre todo en las décadas 80 y 90.

En nuestros días, hay una seria preocupación por la problemática actual que envuelve al ciudadano gitano. Un gran número de categorías resumidas en trabajo, educación, salud e inclusión socio-cultural. Generalizando, la etnia gitana se caracteriza por poseer un bajo nivel educativo y cultural, un gran índice de analfabetismo total siendo más grave entre las mujeres. Destaca la segregación que sufren los niños en la escuela. Existe un represión y exclusión hacia lo calé, dejando muy lejos la inclusión y adaptación social de este pueblo en nuestra comunidad. Sin olvidar dificultades con la vivienda, incluyendo desalojos forzosos y la falta de cobertura en la sanidad. Además de conflictos socio-culturales prestándose a ataques y declaraciones racistas.

El principal objetivo de la II Cumbre Europea sobre el pueblo gitano es luchar por un compromiso político y que se utilicen todos los instrumentos legales para acabar con todas las formas de discriminación contra los gitanos.

Córdoba presume de ser empática y multicultural, pero ¿de verdad todos los cordobeses somos así? ¿Todos hacemos por conocer la cultura cordobesa? ¿Conocemos nuestras raíces, nuestras costumbres? ¿Nos respetamos? ¿Somos iguales gitanos y no-gitanos? ¿Compartimos? ¿Convivimos o vivimos con? Os invito a reflexionar.

* Antropóloga miembro de la Asociación Cordobesa de Antropología