Después de que Gil Manzano decrete el final del encuentro el próximo lunes en el Bernabéu, no serán pocos los jugadores del plantel cordobesista que salgan corriendo a la caza de la camiseta de alguna de las estrellas del Real Madrid. No son pocos los astros que están a sueldo de Florentino Pérez: Casillas, Ramos, Cristiano, Bale, James Rodríguez, Benzema... Hay mucho donde elegir. Todos son figuras y a todos se les pedirá un obsequio a modo de recuerdo, un souvenir traído de La Castellana que terminará en una caja de zapatos, custodiada por una madre o una esposa, a la espera de que la actualidad lo requiera para airearle el polvo.

Y la actualidad ahora trae de vuelta a un personaje del cordobesismo, historia viva del club, que el tiempo simplemente diluyó en el sinfín de idas y venidas de jugadores que han pasado por la entidad blanquiverde en los últimos 42 años. Pocos le recuerdan ya. El está apartado del mundanal ruido y no busca el protagonismo de los mismos focos que antaño le apuntaron. Vive retirado, en la carretera de Trasierra, y se gana el pan con el sudor de su frente. Se llama Juan Alias, aunque todo el mundo lo conocía por Carlitos, y fue el jugador más joven en debutar con la elástica blanquiverde y lo hizo en un escenario inigualable como el Bernabéu.

"Calzaba un 40 y jugué con unas botas de Carrascosa, que tenía un 43", recuerda un Carlitos ya sin el bigote que acostumbraba a lucir cuando jugaba de corto. "Parecían las babuchas de un moro y Manolo Velázquez me lo dijo que si jugaba bien con eso". Y es que el cordobés tiene observado lo mucho que ha cambiado el fútbol en los últimos 40 años. "Ahora cada jugador tiene cinco pares de botas. En ese tiempo nos las cambiábamos de unos a otros". Además, se han incrementado los controles a los futbolistas, de alimentación y de su vida en general. "Antes íbamos a entrenar, a jugar y poco más. Mi vida no era el fútbol. ¡Me he divertido más que nadie!". Pero no en todas partes era igual. "En el Madrid antes era impensable que los futbolistas salieran y, sin embargo, hoy son ellos los que buscan a la prensa". Y es que Carlitos recuerda un grupo de aficionados diciéndole "que si tal que si cual que si había salido..." -es su forma de decir que le increpaban desde la grada, se entiende- "antes era que si uno fumaba que si bebía... el sambenito". Y recalca que él siempre se cuidó como profesional. Ahora, asegura, hay más condescendencia con los jugadores. "Hay que vivir. Antes todo era malo".

Y algo que siempre ha agradecido, el buen trato recibido por sus distintos técnicos. "Teníamos entrenadores como Ben Barek, Angel Moreno, que fue una institución, Vavá, dos veces campeón del mundo...", rememora con cierto tono de cariño.

Ahora ronda ya los 60 años y tiene la voz ronca. Procura ir de cuando en cuando a El Arcángel, pero intenta pasar desapercibido. Poca gente lo recuerda ya. El siempre se sintió más cómodo en ese discreto segundo plano. "Mi padre se enteró que jugaba en Primera cuando me vio por la tele".

Historia de una camiseta

Carlitos se ha ido desprendiendo poco a poco de sus recuerdos futbolísticos. Ahora levanta a su nieta, su mayor trofeo. Pero su gran souvenir conseguido en un campo de fútbol fue, precisamente, en el Bernabéu. Cuando el colegiado pitó el final, el juvenil de la época --que hoy estaría aún en edad de cadete--, se acercó a uno de los astros del Madrid y le dijo: "señor Amancio, ¿me puede usted cambiar la camiseta?". Y el campeón de Europa salió del coliseo madridista con la camiseta blanquiverde y Carlos, con la camiseta de Amancio Amaro. "Yo era un crío y por aquel entonces le hablaba de usted a todo el mundo, aunque Amancio era buenísimo, a mí el jugador que me tenía enamorado era Velázquez", quien, precisamente, marcó el gol que ponía las tablas tras anotar el primero Cruz Carrascosa.

Carrera discreta

Pese a su debut prematuro, la carrera de Carlitos se terminó diluyendo por campos de Segunda B y de albero. Pudo estar en la élite, pero bien por inexperiencia o por simple timidez nunca terminó de dar el paso. "Si volviera a vivir... yo creo que no cambiaría nada. Pude haber llegado lejos, pero las cosas fueron así y no hay que darle más vueltas", dice con cierta nostalgia el exjugador, que también se estuvo dedicando a la cantera cordobesista.

Ya desde su retiro, Carlos sigue la actualidad futbolística. Escapa de las comparaciones, dice que son odiosas, aunque las entiende necesarias para que los jóvenes puedan entender a los jugadores de antaño. "Casillas es bueno, pero Irribar, del Athletic, no era peor; Xabi juega bien, pero Santillana...".