El Schalke, rival del Real Madrid en los octavos de final de la Liga de Campeones, es un equipo con ansias de grandeza que, sin embargo, lleva décadas hundido en una medianía que a ratos se parece a la mediocridad y esa tendencia es algo que también se refleja en la marcha de la temporada actual.

El presupuesto del Schalke es el segundo de la Bundesliga, por detrás del presupuesto inalcanzable del Bayern. Eso es algo, sin embargo, que no termina de reflejarse en los resultados del popular club de Gelsenkirchen que, pese a épocas deportivamente interesantes, no ha logrado ser campeón alemán desde 1958. De esa manera, pese a sus inversiones, el Schalke ha tenido que conformarse con títulos menores como la Copa de Alemania o la vieja Copa de la UEFA, que ganó en 1997 .

El gran problema del Schalke actual es que, contra la tradición batalladora del club, es un equipo que se desinfla cuando tiene el marcador en contra. Adelante, tiene pegada, con el holandés Klaas-Jan Huntelaar y el camerunés Eric-Maxim Choupo Moting. De momento, Di Matteo ha buscado darle estabilidad al Schalke con un esquema de tres centrales y dos carrileros, el austriaco Fuchs y el lateral Atsuto Uchida, que recorren todo el campo.