OBRA: ‘Yo me lo guiso, yo me lo como’.

AUTORA: Erika Halvorsen.

INTÉRPRETE: Carmen Mesa.

MÚSICOS: José Torres (guitarra flamenca) y Antonio Montiel (percusión).

LUGAR: Gran Teatro. 21/ 10/ 2016.

Carmen Mesa es esa magnífica bailaora flamenca, cordobesa nacida en Encinas Reales, a quien tuvimos el placer de ver y escuchar en la sala Polifemo del Góngora con su Yo me lo guiso, yo me lo como.

Un espectáculo lleno de nostalgia y recuerdo de las propias vivencias de la artista que cuenta fases de su andadura vital por su Andalucía y posterior viaje a Argentina tras el amor de su vida al que conquistó con la receta de «pollo al ajillo» heredada de su madre.

Sobre el escenario, con una escenografía mínima, Carmen se mueve de forma transparente. La chica sencilla, de pueblo, que se crió plantando ajos y como electricista, va evolucionando a través del sentimiento con que adorna el cante y baile andaluz como aprendiera estudiando con Concha Calero y Merengue de Córdoba. Muestra la firmeza de su arte haciendo un guiño al roble que ya existe dentro de una bellota, con la que se acerca a la imagen de Jesús para pedir o para recriminar algo, y de las ristras de ajos con las que juega entre cante y baile.

Carmen está espléndida y derrocha arte durante todo el espectáculo con un baile y una voz que derraman sentimiento a la vez que sinceridad, arropado todo ello por la historia que nos va contando, su propia historia, llena de ternura y humor. La artista acaricia al público con un cuidado lenguaje corporal y vocal que se aleja desde un principio de la monotonía.

A su lado, José Torres y Antonio Montiel la acompañan a la guitarra y la percusión con la precisión milimétrica de lo grandes músicos que son. Y un ingrediente más: sobre el fogón de atrezo se va guisando poco a poco y de verdad, a fuego lento, la receta materna de pollo al ajillo que, a medida que transcurre la acción, envuelve al espectador en un inconfundible aroma a cocina casera que después de los merecidos y largos aplausos, la propia y encantadora Carmen nos ofreció para degustar. Ella lo guisa y nosotros lo disfrutamos.