El profesor Francisco Sánchez Tortosa considera que la verdadera consecuencia de la enfermedad se pueden constatar claramente en la próxima primavera, aunque reconoce que la cepa "está siendo virulenta y la mortalidad fue muy grande durante el pasado año". El profesor del departamento de Zoología de la Universidad de Córdoba equipara las consecuencias a la aparición de la enfermedad a comienzos de los años noventa. Entonces se produjeron altas cifras de bajas que causaron la desaparición de la especie en grandes áreas. "La dinámica de las poblaciones es muy variable. Tiene unos altibajos tremendos. Hemos pasado de problemas severos hace cinco años a una nueva situación donde es posible que la recuperación tarde en producirse cinco años", explicó.

Los daños en las explotaciones agrarias (olivar y viñedo, fundamentalmente) se han reducido considerablemente desde que comenzaron a adoptarse medidas de control, que fueron reduciendo paulatinamente la cifra de lagomorfos. Con la nueva variante de la enfermedad la cifra ha caído sustancialmente. Esta situación también está creando preocupación en las zonas de reintroducción del lince, donde la reducción de la población, el principal alimento de la especie en peligro crítico de extinción, ha sido muy importante.