Los ocho musulmanes austriacos procesados por los incidentes ocurridos la Semana Santa del 2010 en la Mezquita-Catedral, cuando un grupo formado por más de un centenar de personas rezaron en su interior por el rito islámico, se sentarán en el banquillo el próximo febrero, según informaron ayer fuentes judiciales. La Fiscalía de Córdoba ha solicitado para los ocho procesados penas que suman casi 16 años de prisión. A todos los acusa de un delito de desórdenes públicos, a seis de ellos de lesiones y a uno de atentado a agente de la autoridad. Las penas individuales van de los dos años y seis meses al año y tres meses, dependiendo de la participación en los hechos.

Según el escrito de acusación del fiscal, los hechos ocurrieron sobre las 17.45 horas del 31 de marzo del 2010 (Miércoles Santo), cuando los acusados, en unión de un número aproximado de 110 personas, lideradas todas por uno de los procesados, entraron en la Mezquita-Catedral y, previamente concertadas entre ellas, directamente o por medio de unos walkie-talkies que llevaban, comenzaron el rezo por el rito musulmán en el interior del recinto "a sabiendas de la prohibición que les impedía llevarlo a cabo".

AGRESION Esta actitud, según el fiscal, determinó que uno de los vigilantes de seguridad se acercara al grupo y les indicara que debían cesar en su rezo, pero no hicieron caso. Ante la insistencia del vigilante, el líder se levantó y le dio un puñetazo mientras otros seis de los acusados lo sujetaban, emprendiendo a continuación la huída. El agredido, tras zafarse del resto, lo persiguió y lo retuvo. En ese momento, uno de los encartados se abalanzó sobre el vigilante y esgrimiendo una navaja de unos diez centímetros de hoja "le lanzó una cuchillada hacia el pecho" que el vigilante pudo esquivar, aunque le ocasionó un corte en la mano izquierda.

Mientras tanto, alertados el resto de vigilantes, consiguieron dispersar a la mayor parte del grupo, permaneciendo en el interior de la Mezquita-Catedral los que aparecían como cabecillas del mismo, que se habían quedado para proteger al líder. Con esa intención trataron de acercarse a él y otro vigilante, al ver que su compañero podía encontrarse en peligro, acudió en su auxilio, resultando lesionado en una mano al tratar de repeler la agresión de seis acusados.

Posteriormente, avisada ya la Policía Nacional, varios agentes acudieron al lugar para restablecer el orden. Al pedir un policía a uno de los acusados que cortara su conversación por el teléfono móvil, el ahora procesado, que llevaba muletas, trató de golpear a dicho agente con una de ellas, no consiguiéndolo y cayendo al suelo. No obstante, comenzó a forcejear y lanzar patadas a los agentes.