Porque ya lo dice el villancico, el que ya es tradición: «Esta noche es nochebuena/ Y mañana, Navidad». Así que escribo este día mi perol de los domingos, que no nos debe faltar.

Y menos en este sábado, después de la cita de todos los domingos. Sin faltar uno solo, creo. Así que, felicidades, de verdad. De corazón, porque siempre que escribo El Perol me duele menos la columna vertebral, ésta donde habita, desde hace unos años ya, ese aparato que me pusieron un día en la Clínica Jiménez Díaz de Madrid, siete médicos al mismo tiempo, para engañar el dolor, porque el dolor no se va, al dolor se le engaña que no es lo mismo, así que con mi mochila a cuestas, porque yo soy mochilero desde hace quince años mas o menos, con lo neuropático. Neuropático Medina

Vamos a ver, Paco Ariza, el genio, que está inventando mariposas en su estudio de Baena, que cualquier día se llevan su taller fascinante, me envía el aceite que hace con sus propias manos y que tiene un sabor divino, siendo como es tan humano, como él. Gracias, maestro, que sé que la fundación Amador de los Ríos está en crear el museo, al que me adhiero, de la forma que pueda, inmediatamente.

Y más todavía, a ver si no. Si me manda también los ricos presentes de Rute mi buena criatura el señor de los asnillos, Pascual Rovira, ¿cómo no agradecer y por escrito, lo que hace por este viejo cuerpo? ¡Ay Dios mio!, permítanme este suspiro hondo, profundo, nuestro. Y continuo.

Sí me manda dos libros, dos, de un golpe y en estas fiestas, nuestro Julio Merino, ese rayo que no cesa, con unas queridas dedicatorias. Uno se llama La agonía de las dos Españas. De tan fulgurante actualidad, porque yo diría que la agonía continúa. Y el otro se llama Mi vida en versos. Que es una como especie de testamento espiritual, según el subtítulo, pero es en lo único que no lleva razón, porque va a durar más que el más viejo de los olivos de nuestra geografía, que dicho sea de paso con los mejores del mundo…

En fin, y por si fuera poco, que es mucho, aquí que me llega el paquete hermoso, esperadísimo, del aceite Oro Líquido, de Baena, también de mi buen amigo y estupendo periodista Manuel Piedrahita, al que leo siempre que escribe, y al que recuerdo tanto.

Ah, y además, por supuesto, las tarjetas, los tarjetones, los abrazos, los villancicos escritos, las zalemas, de mis casicomopaisanos, todos juntos. Vamos a ver, ¿Cómo quieren que esté fuera de este sábado que es como si fuera domingo, día de la Navidad?

¡Cuánto que me hubiera gustado, estar ahí , ayer, viernes, con lo de la presentación y entrega del gran libro de los setenta y cinco¡

Y por si fuera poco, me pongo la tele y en el dos me aparece un precioso, guapísimo, reportaje grande, sobre los piconeros, y me encuentro con La Chiquita, a la que yo entrevisté personalmente, con su brasero en las bodegas de Rafael Carrillo, que forma parte, él y los suyos, de mi más personal y querida biografía.

Bonita historia, contada por esa chica que se llama Flaquer, tatuada, total, andaluza a tope, nuestra, que entrevista. además, a una de las personas a las que yo quiero más y ella lo sabe, que es Mercedes Valverde, la directora de museos más linda del mundo, con sus hermosos ojos verdes de color uva de Montilla.

O sea, que estoy lleno hasta arriba de Córdoba. A tope. Tanto es así que ya les aviso, y que descansen las inmobiliarias, todas de esa tierra, que tanta lata les doy, que todo parece indicar que ya encontré sitio en la Sierra Morena, la nuestra.

Y todo lo demás, lo dicho. Todos los días y a todas las horas me pongo Córdoba en vena. Y me crezco, me subo, me voy parriba. Así que, cómo no estar hoy con vosotros, que podrían decir nosotros siempre, aunque sea hoy como una simple, y rotunda tarjeta de Navidad, que estáis siempre en el pesebre de mi corazón. De mi vieja alma, con la piel del conejo de la zambomba , con la caña de las riberas de nuestro Guadalquivir, y por supuesto, la base con el barro de La Rambla, capital mundial de la alfafería popular del mundo entero. Hoy me faltarán ventanas, no hay suficientes, claro. Cómo meter a toda Córdoba en un solo mirador aunque tenga cinco postigos. Pues así, como hacemos nosotros este sábado, que es para mí como un domingo. Cordobeses, vosotros habéis hecho que este perol dure toda la semana, que a veces el arroz frío, aunque sea recalentado, aunque haya que rasparlo con la cuchara, ya sabéis que a veces, no siempre, sabe mejor.

Y a ver si me dejan que nos veamos, el día 31, para desearos un feliz perol 2017 como manda la tradición. Y si no pues este mismo nos vale. Y sabéis, que gracias a vosotros, siempre, todos los días son domingo para mí.