Igual que abro mi patio cuando llega el día señalado, que es todo el año, cordobeses, tambien abro mi caseta, soy casetero, ya saben, aunque tenga mi puesto pero no pague el impuesto. Pero estoy donde debo de estar. Con ustedes, con vosotros, mi leales, y mas hoy que ya es domingo de feria, tengo altramuces, un grifo de salmorejo, las frutas frescas, las flores, ya ven lo que tengo, que no es poco.

Por ejemplo, a Paco Ariza, que ademas, de enviarme el aceite que él hace a mano, junto al río, en mitad de la campiña, aquí le traigo por varias razones. Paco Ariza, hacedor de libélulas, en este tiemo de tanques y de buitres sueltos. Y además, desde aquí le digo, después de la gran entrevista en nuestra casa de hace unos días, que acepto el escribir el prólogo que me pide el genio suelto, claro que sí, don Francisco, aunque sea el último prólogo que haga, que he escrito muchos a lo largo de mi vida. Pero a ver cuándo tienes listo ya ese libro que siempre será imposible de reunir tanta historia y tanto arte, pero lo haré, camarada. ¡Hace tanto tiempo que no decía la palabra camarada!

Suerte en la feria, amigos, y dadle disfrute al cuerpo, como el otro día sentí, cuando otro de mi cuadrilla, Pascual Rovira, ya saben, que vino a traer sus Evangelios del burro hasta Madrid, su libro joya, a la Asociación de la Prensa. Estoy esperándolo, Pascual, para bebérmelo inmediatamente, como hago con lo que de mi Córdoba viene.

Quiero decirles cómo llaman en la calle al muchacho de la Eurovisión, por lo del gallo. Le llaman el Eurogallo. Ahí en Córdoba un día me descubrieron cómo era un bocado de gusto, en esta tierra nuestra de los sabores: la cresta del gallo, que se puede hacer de varias formas porque tiene muy distintas cualidades. Por lo pronto, la del gallo, ya saben, y después fuente de vitaminas, cresta de gallo que hoy llevan muchos jóvenes por la calle, y puesta en este tiempo de tantas gallinas pone huevos.

Pero en fin, eso es filosofía. Les puedo decir, de buena tinta, que sé que lo están esperando, que María Teresa Campos, que gusta mucho de Córdoba, mejora dentro de su ictus, sigue mejorando. Ya está en planta, me han dicho este viernes, con candilones, y mejor que se va a poner cuando vuelva, pero ya, quizá en este misma semana, Edmundo Arrocet, Bigote para los que somos, fuimos, amigos durante tiempo en la tele…

¡Cómo pasa el tiempo, para bien y para mal! Cuando hace unos meses yo acudí a su programa de lo feliz, ya solo un recuerdo, antes de su hermosa e inolvidable presentación, somos, o al menos éramos, viejos amigos de toda la vida, defendiendo nuestro acento, aunque Matías Prats padre me había dicho aquello del consejo que siempre cuento hace 50 años como poco:

-Tico, dile a tu compadre Yale que no se os note mucho que todavía tenéis el pelo de la dehesa... del sur, que no se os note mucho.

Nos comíamos las eses, entre otras razones, porque teníamos poco que llevarnos a la boca. Bueno, pues ya saben que le pregunté a la Campos aquello de:

-María Teresa, niña...

-¡Cómo me gusta que me llames niña, como me decía mi madre!

-Te preguntaba si te va bien con Edmundo, si te sientes a gusto, pero sobre todo, dime la verdad si estás llena, María Teresa, que ya estamos con los últimos trenes, dado el tiempo que tenemos y que nos quiten lo bailao.

Sonrió dulcemente, casi divinamente, porque pertenece al espacio único de las divinas, y me dijo:

-Llena hasta arriba, Tico Medina...

Que ahora exhumo la frase porque tiene actualidad, ya saben. Es como lo de ver a otra de las divinas, aunque mucho mas joven, Penélope Cruz, ya saben, ahora con melena rubia, teñida creo, que pareciéndose a sí misma, es distinta, por culpa del cine, que a veces hace cosas que no debe hacer, como esta, claro que es para hacer de la reina de la moda de Italia, Donatella Versace, hermosa fea, resultona, que manda mucho en el reino de los espejos y la pasarela...

Tiempo de feria, feriante soy y se me nota. Para el niño y para la niña, como dice el pregón casetero. Caballos y caballeros, que no nos falten en la calle del infierno, que es la de la gloria, por mejor decir; bellas jinetas cordobesas, a las que vuelvo a recomendar que no es bueno subirse al corcel con tacones de aguja.

¿Saben a quien habría yo enviado a lo de la Eurovisión? Pues a nuestra India Martínez, que no habría hecho el indio, y que perdonen los indios. Sube como la espuma, se está convirtiendo en una divina. Mientras tanto, la caseta de papel, aquí, para lo que gusten, Pasen y vean, y si es posible difruten, que buena falta nos hace.