Hace cuatro años que la enfermedad golpeó a Marga y en ese tiempo ella no ha parado de luchar. "Si te digo la verdad, ahora soy más feliz que antes, he aprendido a tratar con los demás y a quererme a mí misma y también creo que soy más fuerte", afirma. Es consciente del rechazo que la enfermedad mental produce entre ciertas personas, una reacción que ella achaca al desconoci-miento, pero vive la vida con la cabeza bien alta. "Ya no tengo relación con mi familia ni con antiguos amigos", explica serena, "he empezado una nueva vida y estoy abierta a los que me aceptan tal y como soy". El tratamiento ha dulcificado el carácter de Marga. "Antes era una persona muy reservada, tenía un genio fuerte y era muy cabezota, pero eso ha cambiado, ahora soy mucho más cariñosa y sociable", dice sonriente.