Ultimamente, los periodistas que cubren la información parlamentaria podrían escribir sus crónicas antes incluso de que se produzca el debate. Los careos entre la presidenta de la Junta, Susana Díaz, y el líder de la oposición, Juan Ignacio Zoido, han derivado en un pimpampún crónico y clónico. Siempre tienen los mismos ingredientes: una presidenta sin el aval de las urnas que repite los errores de sus antecesores y que solo se dedica a confrontar con el Gobierno central --esta es la visión del PP-- y un Partido Popular andaluz atrapado en el pasado y, sobre todo, descabezado, según le reprochan al unísono PSOE e IU. La debilidad del líder popular --que espera como agua de mayo a que Mariano Rajoy autorice su sucesión-- sobrevuela en cada debate y deja en evidencia la falta de pulso político del partido que ganó las elecciones autonómicas.

Hasta que el PP no arregle su entuerto interno, socialistas e IU van a aprovechar cada ocasión para meter el dedo en esa llaga. Las alusiones en el debate de ayer a la situación esperpéntica que vive el PP-A fueron constantes y desde toda la izquierda. La presidenta Díaz lo tuvo fácil: aseguró que subirse a la tribuna a enfrentarse al jefe de la oposición le recuerda al "día de la marmota" porque en cada ocasión se "despide de él", y le dijo a Zoido que lo ve "airado y crispado", quizás porque le "supone un engorro venir aquí". Cuando el alcalde de Sevilla le reprochó de nuevo --es un argumento recurrente-- que Díaz es una presidenta "a dedo", ésta le replicó: "Sé que necesito el aval de las urnas. Quizás me interesaría convocar elecciones ya, pero para su tranquilidad no voy a hacerlo. Imagínense, si no se ponen de acuerdo para ver quién es el presidente, ¿qué pasaría si yo convocara hoy elecciones y ustedes todavía estuvieran mirando al turrón y a Madrid?".

Un líder orgulloso

Zoido se defendió como pudo. Rajoy lo ha dejado en evidencia al frenar en seco su hoja de ruta para precipitar un congreso extraordinario en diciembre pasado que diera el testigo del PP-A a su número dos, José Luis Sanz. "Orgulloso estoy de ser alcalde como orgulloso estoy de haber estado en las listas que ganó Arenas en las últimas elecciones. Y orgullo de ser presidente del PP-A hasta el día que lo tenga que ser. Hasta ese día asumiré mi responsabilidad", recalcó el líder popular ante el aplauso de sus compañeros. En el PP-A no ven el momento de que Rajoy decida --porque es él quien tiene la última palabra-- el nombre del candidato a la Junta y futuro presidente del partido. Será un alivio, pero no parece que vaya a mejorar el papel del PP en el Parlamento. Los nombres que suenan, Sanz, la ministra de Empleo, Fátima Báñez, o el de Agricultura, Miguel Arias Cañete, están fuera del Parlamento andaluz y todo apunta a que sería el portavoz, Carlos Rojas, de perfil discreto, quien daría la réplica a la presidenta.

Hasta que el PP tapone ese agujero, su discurso tendrá poco de novedoso. Zoido acusó a Susana Díaz de ser "más de lo mismo", de representar a los "viejos tiempos políticos de Chaves y Griñán" con los mismos vicios: "confrontación con el Gobierno central, morosidad y endeudamiento, maltrato a los ayuntamientos, ocultación y escasa transparencia y tibieza con la corrupción". El líder popular desempolvó una foto de Griñán con la banquera Ana Patricia Botín para desmontar que las alianzas que está sellando ahora la presidenta de la Junta con grandes empresas y bancos sea una idea nueva. "¿Qué ha hecho usted en estos meses para que Andalucía salga de la crisis?", le preguntó.

Solo al final de su intervención Zoido se refirió a la propuesta de pactos que al comienzo del debate le había lanzado Díaz. Básicamente el PP descartó la posibilidad de llegar a acuerdos con la Junta porque su oferta "no es creíble". Frente a ello, el alcalde le presentó un decálogo de medidas contra la crisis, las mismas que en su día proclamaba Arenas. Lo dicho, un clon de debate.