Sólo llevo tres (y con este cuatro) artículos sobre Unamuno y ya he recibido varias críticas que quiero aclarar, al menos dos. Se me dice que soy «demasiado unamuniano» y que eso no es bueno para quien se tiene por «imparcial»... Pues es verdad, y nunca lo he ocultado ni lo voy a ocultar ahora que ya me quedan tres telediarios. Verán, tenía yo 13 años y el cura párroco de mi pueblo (Nueva Carteya) se empeñó en llevarme al Seminario (al de San Pelagio, claro) y hasta estuve a punto de ingresar. Afortunadamente para la Iglesia no aprobé y ahí acabó mi carrera de cura. Pero, de aquel día sí me quedó un recuerdo imborrable y una obrita de Don Miguel de Unamuno, cuyo ejemplar conservé durante cincuenta años: Vida de Don Quijote y Sancho. Porque ahí leí y casi me aprendí de memoria unas palabras que fueron las culpables de mi marcha a Madrid y a conquistar el mundo (claro que luego fue el mundo el que me conquistó a mí). Fueron estas palabras:

«¡Poneos en marcha! ¿Que a dónde vais? La estrella os lo dirá: ¡Al sepulcro!. ¿Qué vamos a hacer en el camino mientras marchamos? ¿Qué? ¿Luchar? Luchar, y ¿cómo?

¿Cómo? ¿Tropezáis con uno que miente? Gritarle a la cara: ¡Mentira!. ¡Y adelante!. ¿Tropezáis con uno que roba? Gritarle: ¡Ladrón! ¡Y adelante!. ¿Tropezáis con uno que dice tonterías, a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta? Gritarles: ¡Estúpidos!. ¡Y adelante!. ¡Adelante siempre!

¿Es que con eso --me dice uno a quien tú conoces y que ansía ser cruzado- se borra la mentira, o el ladronicio, o la tontería del mundo? ¿Quién ha dicho que no? La más miserable de todas las miserias, la más repugnante y apestosa argucia de la cobardía es esa de decir que nada se adelanta con denunciar a un ladrón porque otros seguirán robando, que nada se logra con llamarle en su cara majadero al majadero, porque no por eso la majadería disminuirá en el mundo».

Reconozco que ya ahí me conquistó ‘Don Miguel’, como conquistó a la juventud de su tiempo y sigue conquistando a los jóvenes con inquietudes y ansias de saber y deseos de un mundo mejor.

NADA PARECIDO

La otra crítica va por lo literario. Me dice un lector (y eso ya es de agradecer en un mundo que apenas se lee) que le doy demasiada importancia a Unamuno y que hay otros escritores españoles y modernos tan buenos o mejor que él, y me cita a Galdós, a Valera, a Baroja, a Valle-Inclán, a ‘Azorín’ y otros... y yo no se lo voy a discutir. Pero, sí le puedo decir que el capítulo XXXI de su novela (o mejor, ‘nivola’) Niebla es lo más grande y lo más bello que se ha escrito en el mundo. Ni Cervantes, ni Shakespeare, ni Dostoyeski, ni Balzac, ni Sthendal, ni Hemingway, ni nadie escribió nunca nada parecido... y por ello me complace reproducir aquí parte del mismo y me quedo con la pena de no poder darlo entero por razones de espacio, pero confío que ustedes lean o relean no sólo el capítulo 31 sino la novela entera. Pasen y lean:

«Cayó a mis pies de hinojos, suplicante y exclamando:

-¡Don Miguel, por Dios, quiero vivir, quiero ser yo!

-¡No puede ser, pobre Augusto¡- le dije cogiéndole una mano y levantándole. No puede ser. Lo tengo ya escrito y es irrevocable; no puedes vivir más. No sé qué hacer ya de ti. Dios, cuando no sabe qué hacer de nosotros, nos mata. Y no se me olvida que pasó por tu mente la idea de matarme…

- Pero si yo, don Miguel…

-No importa, sé lo que me digo. Y me temo que, en efecto, si no te mato pronto acabes por matarme tú.

-Pero ¿no quedamos en que…?

-No puede ser Augusto, no puede ser. Ha llegado tu hora. Está ya escrito y no puedo volverme atrás. Te morirás. Para lo que ha de valerte ya la vida…

-Pero… por Dios…

-No hay peros ni Dios que valga. ¡Vete!

-¿Con que no, eh? -me dijo- ¿con que no? No quiere usted dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, vivir, vivir, verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme: ¿con que no lo quiere?, ¿con que he de morir ente de ficción? Pues bien, mi señor creador don Miguel, ¡también usted se morirá, también usted, y se volverá a la nada de que salió…!. ¡Dios dejará de soñarle!. ¡se morirá usted, sí, se morirá, aunque no lo quiera; se morirá usted y se morirán todos los que lean esta historia, todos, todos, todos sin quedar uno! ¡Entes de ficción como yo, lo mismo que yo! Se morirán todos, todos, todos. Os lo digo yo, Augusto Pérez, ente ficticio como vosotros, nivolesco lo mismo que vosotros. Porque usted, mi creador, mi don Miguel, no es usted más que otro ente nivolesco, y entes nivolescos sus lectores, lo mismo que yo, que Augusto Pérez, que su víctima…

- ¿Victima? -exclamé.

- ¡Victima, sí!, ¡crearme para dejarme morir! ¡usted también morirá!. El que crea se crea y el que se crea se muere. ¡morirá usted, don Miguel, morirá usted, y morirán todos los que me piensen! ¡A morir, pues!.

Este supremo esfuerzo de pasión de vida, de ansia de inmortalidad, le dejó extenuado al pobre Augusto. Y le empujé a la puerta, por la que salió cabizbajo. Luego se tanteó como si dudase ya de su propia existencia. Yo me enjugué una lagrima furtiva»

UN ESCÁNDALO CULTURAL

Unamuno escribió Niebla en 1907 (aunque se publicaría en 1914) y fue un escándalo cultural, ya que al calificar él mismo su novela de ‘nivola’ produjo un terremoto en el mundo literario de la época. Para muchos, incluso para alguno de sus compañeros de la Generación del 98 el término ‘nivola’ era una tomadura de pelo. Sin embargo, Don Miguel lo justificó diciendo que para él la novela tenía que ser como la vida de cualquier persona, un conjunto de circunstancias, de conocimientos y de sentimientos, por eso según él Niebla no era una novela normal. Para él su ‘nivola’ rompía todas las normas y todos los ‘ismos’ conocidos. Niebla no es una novela romántica, ni naturalista, ni clásica, ni modernista, acaso existencialista y sicológica. Nunca lo dijo en público, pero en privado dijo más de una vez que su modelo había sido la Pepita Jiménez, de Juan Valera. El hecho es que Niebla causó tal impacto que a partir de su aparición las novelas de Unamuno eran esperadas y saludadas como un acontecimiento literario. Unamuno escribiría después Abel Sánchez, La Tía Tula o San Manuel Bueno, mártir con el mismo estilo, pero sin alcanzar la cumbre de la narrativa que alcanza con Niebla. No debe sorprender entonces que esa entrevista que incluye la novela del personaje con el autor fuese y siga siendo la ‘comidilla’ entre los escritores y los lectores… y es que a nadie se le había ocurrido nada parecido.

Lo dicho. El más profundo. «¡Quiero vivir, vivir, vivir... verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, y serme».