La Librería Luque cumple este año su primer centenario. Es la culminación de un trabajo que comenzó en marzo de 1919 cuando Rogelio Luque, un joven de 22 años natural de Priego, abría una pequeña librería situada en el número 10 de la calle Victoriano Rivera, la calle de la Plata. Empezaba así a escribirse la historia de un lugar que con el tiempo logró convertirse en referencia de la cultura en Córdoba. En 1920, Rogelio Luque se trasladó a un local de Diego de León, junto al actual Instituto Góngora. Por aquel entonces mantenía una relación epistolar con Pilar Sarasola, una joven que vivía en Gijón y que cursaba estudios de Comercio, algo poco habitual en aquella época, como relata la escritora Matilde Cabello, que ha realizado una profunda labor de documentación sobre esta mujer que dio a conocer en el documental Pilar Sarasola, viuda de Luque. Una mujer a contracorriente. Aquella relación epistolar acabó en boda y Sarasola se puso al frente de la librería junto a su marido en 1922.

El negocio buscó un nuevo emplazamiento y años más tarde se trasladó a la calle Gondomar. La revista Córdoba Gráfica señalaba a sus lectores que la inauguración «constituyó un verdadero acontecimiento», ya que «don Rogelio Luque y su distinguida señora, así como la demás dependencia de la casa, atendieron exquisitamente a los invitados, entre los que se encontraban la mayoría de los elementos culturales de nuestra ciudad». Esa tónica se mantendría a lo largo de los años, ya que la personalidad de los propietarios de Luque y la variedad de títulos que vendían fueron capaces de atraer a la intelectualidad de la época. Por allí pasaron Ortega y Gasset, Baroja, Carmen Conde, Lorca…

El propio Rogelio Luque era un hombre de letras y a lo largo de su vida dirigió y editó distintos poemarios y revistas literarias, como Pluma, Hesperia o Biblos. Una de sus obras más reconocidas, en la que trabajó como editor, fue la Guía artística de Córdoba, de 1929. Se publicó en tres idiomas (español, francés e inglés) con el objetivo de difundir la riqueza patrimonial de la ciudad justo cuando España era la sede de dos importantes muestras: la Exposición Internacional de Barcelona y la Exposición Iberoamericana de Sevilla. La reseña del Diario de Córdoba del 28 de abril de 1929 destacaba que la obra, que recogía 40 fotograbados con los lugares emblemáticos, era «uno de los más bellos álbumes de los monumentos de la ciudad que se han editado hasta ahora».

Junto a esta faceta, Rogelio Luque tenía especial interés por la educación y la formación académica. La prensa de la época recoge sus numerosos donativos de material escolar para colegios de Córdoba, así como propuestas para ampliar los fondos de las bibliotecas municipales.

La agudeza comercial del matrimonio Luque-Sarasola y su afán por hace llegar la cultura a cualquier rincón les llevó a poner en marcha un sistema para «servir rápidamente toda clase de libros, papeles y objetos de escritorio» a quienes no vivieran en Córdoba. Anunciaban las piezas y títulos disponibles desde las páginas de la Revista Popular, donde exponían un listado que abarcaba desde plumas a lacre rojo para la correspondencia; desde el Diccionario filosófico de Voltaire al Feminismo socialista de María Cambrils o los Episodios nacionales de Benito Pérez Galdós.

En julio de 1936 se produce la sublevación militar que dará comienzo a la guerra civil. Solo un mes después era detenido Rogelio Luque. El Diario de Córdoba anunciaba el 16 de agosto las detenciones realizadas el día anterior «por la fuerza pública». La acusación contra Luque fue la de «tener libros marxistas en su establecimiento de librería». Poco después sería fusilado.

Sarasola, según relata Matilde Cabello, tuvo que hacer frente al negocio y a la crianza de sus dos hijos, Antonio y Rogelio, de 2 y 6 años, así como a las presiones de Falange, que en octubre de ese mismo año informaba desde las páginas de Azul de que la viuda de Luque había donado «una pulsera de oro y 200 pesetas en metálico, cantidad que abonará mensualmente mientras duren las actuales circunstancias».

La librería siguió abierta pero Sarasola tuvo la valentía de cambiar su nombre por el de Librería Viuda de Luque, un homenaje al marido y al intelectual que le habían arrebatado. Y logró que Rogelio Luque siguiera presente en su librería, retratado en un busto de su amigo Enrique Moreno, El Fenómeno, que presidía el rincón de las tertulias y debates literarios de la Luque. Allí se reunían poetas y novelistas, lectores y artistas plásticos que charlaban de la vida y de las letras.

Pilar Sarasola supo levantar el vuelo sola, sacar adelante a sus hijos y en los años 60 inauguró una segunda tienda, esta vez en la calle Cruz Conde, que pronto se convirtió en referente y que aún permanece en la memoria de todos. Gondomar cerró en el 2000, años después de la muerte de Pilar Sarasola, y la tienda de Cruz Conde en 2009. Pero ahí no terminó la historia de Luque. El negocio resurgió y ese mismo año sus trabajadores creaban una sociedad limitada laboral. Ellos, y un nieto de Luque y Sarasola, son quienes cuidan de la nueva Luque de la calle Jesús y María.

Dentro de los actos de su centenario, la librería ha editado Libería Luque. Cien años de cultura en Córdoba. 1919- 2019, que recoge, a través de nueve capítulos, diversos aspectos de su historia a través de los textos de los escritores, poetas e historiadores cordobeses Antonio Barragán, Francisco Puche, Francisco Solano Márquez, José Mariscal, Juana Castro, José Luis Rey y Joaquín Pérez Azaústre. Cada uno de ellos se ha centrado en un tema concreto de la historia de la librería, muy relacionada con la de la ciudad.