El pasado octubre, organizada por la Fundación Trinidad Comas, con motivo del 125 aniversario de la Institución de las Escuelas Primarias en Espejo, realicé una visita en Sevilla a la Biblioteca Colombina, integrada en el edificio de la Catedral, en el extremo occidental del Patio de los Naranjos, con acceso por la calle Alemanes. Se trata de unas dependencias bastantes singulares pero poco conocidas, puesto que las invitaciones están restringidas y se realizan mediante petición previa. En la actualidad, su administración depende del Cabildo y en su interior, según nos informaron, existen más de 90.000 volúmenes, aunque solo unos tres mil quinientos pertenecen a la colección de Hernando Colón (también llamado Fernando). Estos últimos se encuentran agrupados en una sala dedicada exclusivamente a su aportación a la biblioteca. Hernando era hijo natural de Cristóbal Colón, fruto de la relación que este mantuvo con Beatriz Enríquez de Arana, cuando residió en Córdoba a la espera de que los Reyes Católicos le dieran el visto bueno a su proyecto; de ahí que su hijo naciera en la ciudad califal, el 15 de agosto de 1488. Como nos explicó muy amablemente la persona que nos acompañó, el segundo hijo del almirante fue un importante erudito en su época y un gran cosmógrafo, hasta el punto de que dedicó toda su vida y su fortuna, heredada de su padre, a reunir una gran variedad de libros, tanto manuscritos como impresos. Como colaborador del emperador Carlos V, realizó trabajos de representación diplomática, lo que le llevó a viajar por distintos puntos de la geografía europea; de manera que pudo aprovechar sus desplazamientos para adquirir volúmenes y ampliar su biblioteca particular. También mantuvo contacto con prestigiosos libreros del continente, que remitían a Sevilla los libros que Hernando les solicitaba. Como curiosidad, nos precisó el asesor de la biblioteca, Hernando Colón clasificaba todos los ejemplares que obtenía con un sistema personal bastante particular, que ha ayudado en los siglos siguientes para identificar en tiendas de antigüedades y mercadillos de Europa obras que fueron de su propiedad. Según se cree, este hijo de Colón llegó a poseer más de 15.000 títulos, de los cuales se conservan en la Biblioteca Colombina menos de la mitad. De cada ejemplar, tanto comprado como regalado, anotaba personalmente la fecha y el lugar de compra; o, en su caso, el nombre de la persona que se lo obsequió, además del precio de adquisición. Entre las obras de Hernando Colón que se custodian en la Institución Colombina, se encuentran 1.250 libros incunables y unos 636 manuscritos.

El propietario de este maravilloso legado no tuvo descendencia, ni llegó a contraer matrimonio. Hernando Colón murió en su residencia de Sevilla en 1539 y fue enterrado en la Catedral, lugar donde aún se encuentran sus restos. En su testamento, del cual existe un facsímil en este recinto, dejó escrito que su biblioteca se mantuviera unida y la heredara por completo su sobrino don Luis; en caso de no aceptarla, pasaría al Cabildo de la Catedral de Sevilla. Además, especificó que pudiera ser utilizada por intelectuales e investigadores. También dejó escrito en sus últimas voluntades el texto y dimensiones para su lápida mortuoria, que debería ser de una vara y cuarto por dos varas y cuarto. Por un problema de deudas, sus bienes fueron embargados y subastados tras su muerte y su descendiente cedió la biblioteca al convento de los dominicos de San Pablo del Real. Tras un pleito planteado por el Cabildo ante la chancillería de Granada, los libros fueron trasladados en 1552 a su actual ubicación en la Biblioteca Colombina.

Centrándonos en la visita que realizamos a esta institución, allí nos informaron de que el edificio alberga tres bibliotecas. Además de la de Hernando Colón, la más apreciada por su historia y contenido, también se custodian los libros de la biblioteca capitular (70.000 volúmenes) y del arzobispado (16.000 volúmenes); esta última fue incorporada en 1992 con la creación de la Institución Colombina. También la institución gestiona los archivos de la catedral y el arzobispal; sin embargo, dichos archivos no se encuentran en el edificio sino en el palacio arzobispal. El espacio dedicado a ubicar los documentos y los libros está en la planta primera y la sala de investigación y parte administrativa en la baja. En 1986, el techo del recinto se hundió y los libros tuvieron que ser trasladados a otras dependencias catedralicias para salvaguardar el compendio bibliográfico.

La sala principal

La Junta de Andalucía se encargó de reparar los desperfectos y lo más importante de aquellos acontecimientos fue que los libros no sufrieron ningún daño de relevancia. Una vez en el interior de la sala principal, tu primera impresión es de asombro. Te ves envuelto por una serie de armarios en cuyos estantes se apoyan miles de libros repletos de páginas que guardan infinitos secretos e historias antiguas. En la parte central se exponen en unas vitrinas ciertas obras de relevancia, así como curiosidades históricas que nuestro guía nos fue revelando. Algunas de las joyas que se pueden apreciar en la visita a la biblioteca son facsímiles de ejemplares que pertenecieron a Cristóbal Colón, un manuscrito y tres libros incunables, en cuyas márgenes existen anotaciones del propio almirante y de sus hermanos: Imago mundi, recopilación realizada por el cardenal Pedro de Aylli; Historia Rerum, escrita por el papa Pío II, con una descripción geográfica de Asia; Libro de viajes de Marco Polo, que relata los caminos y productos de Japón y la Historia natural de Plinio. Como puntualización, este último ejemplar sí es de Colón, pero no existe facsímil. Puede que el volumen de más relevancia sea el Libro de las Profecías de 1504, manuscrito encuadernado en pergamino y escrito por el propio Cristóbal Colón y alguno de sus colaboradores; en sus páginas, cuenta el almirante a los Reyes Católicos sus viajes a occidente como una misión religiosa. Su interior contiene una colección de textos bíblicos, con los que Colón pretendió convencer de que el descubrimiento había sido profetizado en las Escrituras. Se cree que estas obras fueron entregadas en vida a Hernando Colón por su padre. También hay expuesto un mapamundi, impreso en 1507, donde se observa la América conocida a principios del siglo XVI; asimismo, podemos apreciar la primera Gramática de Elio Antonio de Nebrija, dos manuscritos del siglo IX, considerados los más antiguos del recinto, o una Biblia en verso, escrita en catalán, del siglo XIV. Otro ejemplar de gran relevancia en esta biblioteca es un libro impreso sobre América que se publicó antes de que los Reyes Católicos recibieran a Cristóbal Colón tras su primer viaje y en cuyo interior se recoge la carta enviada por el descubridor a sus majestades. Fue traducido a varios idiomas y se extendió rápidamente por todo el territorio europeo: como comentó nuestro guía, en el lenguaje actual, sería un best sellers del siglo XV.

La sala principal de la Biblioteca Colombina , integrada en el edificio de la Catedral de Sevilla.

La sala de Hernando Colón

Al fondo de la sala principal, se halla la habitación dedicada a Hernando Colón, es allí donde está recopilada la colección de sus libros que custodia la biblioteca, unos 6.000 títulos encuadernados en unos 3.500 volúmenes. Un retrato del hijo del descubridor preside el entorno. También pude apreciar algunas fotografías de cómo quedó el techo del edificio tras el derrumbe ya citado. Hernando Colón, como nos explicó la persona que amablemente nos acompañó, pretendió recopilar la memoria escrita de su época; de ahí que existan libros de todas las materias, desde los clásicos como Homero, pasando por pliegos de cordel, así como obras dedicadas a la música, las ciencias, las artes o la historia. Hernando Colón deseaba agrupar en cuatro libros todo el saber del siglo que le tocó vivir. En su testamento los enumeró: autores, ciencias, materia y epítome. Una curiosidad que nos explicaron es que los pergaminos destinados a la confección de libros, tienen diferente tonalidad en el haz y el envés de cada página, a consecuencia de la piel de cordero con la que se fabricaban.

Estuvimos más de dos horas en el interior de las dependencias y el mentor que nos atendió contestó a todas las cuestiones que planteamos con gran disponibilidad y preparación.

Quisiera felicitar a la directora, Nuria Casquete de Prado, y a su equipo por la gran labor desarrollada y por atender cordialmente mis peticiones. El tiempo corrió sin darnos cuenta y salimos convencidos de que la Biblioteca Colombina es una joya desconocida de Andalucía, cuyos valores tenemos la obligación de descubrir y difundir.

Manuscrito de ‘El libro de las profecías’, escrito por Cristóbal Colón en el año 1504, uno de los más interesantes y de relevancia.