Aunque la sonda estadounidense Nuevos Horizontes (New Horizons, NASA) sobrevoló al planeta enano Plutón el 15 de julio del 2015, hemos tenido que esperar 15 meses para recibir los datos que sus instrumentos tomaron en pocas horas. Como cuentagotas, New Horizons usó su pequeña antena para mandar poco a poco toda la información recogida durante el sobrevuelo. Era una apuesta algo arriesgada: si algo le pasaba a la nave en ese tiempo los datos se perderían para siempre. Por otro lado, al hacerlo así se abarataba mucho el coste de la misión. El 25 de octubre por fin llegó a la Tierra el último paquete de datos: New Horizons lo envió desde la friolera distancia de 5 mil millones de kilómetros (5 horas y 8 minutos a la velocidad de la luz), mientras se sigue alejando de nosotros a la caza del objeto transneptuniano 2014 MU69, donde llegará el 1 de enero de 2019.

Los datos enviados por New Horizons son una mina de oro para los científicos planetarios y están dando sorpresa tras otra, incluyendo volcanes de hielo, glaciares de metano, extrañas planicies, e incluso quizá nubes en la atmósfera plutoniana. ¿Quién iba a esperar que este diminuto cuerpo congelado en las fronteras del Sistema Solar llegara a ser tan interesante? Esta semana se hizo público en la prestigiosa revista científica Nature un artículo que usa datos mandados hace meses por New Horizons para presentar nueva información de Plutón. Liderado por el científico planetario Francis Nimmo (Universidad de California Santa Cruz, EEUU) este artículo sugiere que debajo de la superficie helada del planeta enano existe un océano de agua líquida. Aunque esta hipótesis se había sugerido antes, Nimmo y colaboradores llegan a esta conclusión tras analizar con detalle los datos de la que posiblemente es la zona más curiosa de la superficie de Plutón, la gran cuenca Sputnik Planitia (la mitad del famoso corazón de Plutón).

Según coinciden los expertos, Sputnik Planitia se originó hace miles de millones de años por el choque de un gran asteroide o cometa. Algunas estimaciones sugieren que podría haber sido como 20 veces mayor que el cometa que impactó con la Tierra hace 65 millones de años, asociado a la gran extinción que se llevó por delante a los dinosaurios. Poco a poco el cráter se fue llenando de hielo de nitrógeno, metano y dióxido de carbono.

Al pasar millones de años esta estructura se fue moviendo hasta que se alineó en la cara que Plutón da a Caronte (su satélite). En el sistema Plutón - Caronte no sólo Caronte siempre muestra la misma cara a Plutón (como le pasa a la Luna con la Tierra) sino que Plutón muestra la misma cara a Caronte, ambos están «anclados por la gravedad».

El movimiento de Sputnik Planitia cambió a su vez el eje de rotación de Plutón. Pero hay un problema: como Sputnik Planitia es una gran depresión no tiene suficiente masa como para conseguir la orientación observada hoy. Hay algo que falta.

¿Dónde está esa masa perdida? Si el enorme cráter se hubiese llenado de hielo de nitrógeno tendría que tener una profundidad de 40 kilómetros, lo que no es posible con los datos que se tienen de Plutón.

Sin embargo, una capa de nitrógeno de 7 kilómetros de profundidad sobre un océano subterráneo sí explicaría las observaciones. El agua líquida se encontraría debajo de una gruesa capa de hielo de unos 150 kilómetros de espesor.

La hipótesis del océano subterráneo explica fácilmente que Sputnik Planitia se desplazara 1200 kilómetros de su lugar de origen para alinearse con Caronte y cambiar el eje de rotación de Plutón. No obstante sólo observaciones detalladas con una sonda futura podrán confirmar estas ideas.

(*) El autor, astrofísico cordobés en Australian Astronomical Observatory / Macquarie University y miembro de la Agrupación Astronómica de Córdoba, escribe regularmente en el blog ‘El Lobo Rayado’ en la dirección de internet http://angelrls.blogalia.com. Puedes seguirlo en Twitter en @El_Lobo_Rayado.