Hacia la mitad de la calle Alfonso XIII, edificado sobre el Convento de la Virgen de las Nieves, nos encontramos el Círculo de la Amistad, resultado de la fusión del Liceo Artístico y Literario con el Casino Córdobés. Liceo Artístico y Literario convertido en Real por decisión de Juan Carlos I. Casino, juegos florales, piñatas, bailes, música, exposiciones, cine y teatro y todo tipo de eventos en un gran edificio en el que destacan el hermoso claustro del convento diseñado por Hernán Ruiz III y su Salón Liceo, único en la ciudad, con pinturas murales de Rodríguez Losada y de los Fernández Alvarado. Plenitud de obras de arte, muebles, espejos, lámparas, pinturas. (Sólo en la escalera principal seis alegorías modernistas de Julio Romero de Torres). Señorial fachada del edificio diseñada por Rafael de la Hoz Saldaña, inicio de tres generaciones de buenos arquitectos vinculados con Córdoba.

Al salir del Círculo, hacia Las Tendillas está la imagen del Obispo Osio, obra de Collaut Valera. Detrás de él, lo que fue Palacio de los Condes de Cabra, convertido en 1655 en Convento de San Rafael de monjas capuchinas. Y al lado, otro convento, el de las Hermanas de la Cruz.

El colegio de la Asunción

El Colegio de Nuestra Señora de la Asunción se creó inicialmente para sacerdotes. Dirigido por jesuitas, gozó de gran prestigio. Hasta el siglo XVIII no se le incorpora una hermosa capilla declarada Bien de Interés Cultural en 1982. Cuando fueron expulsados los jesuitas, el colegio, manteniendo la capilla y la barroca escalera de mármol, se transforma totalmente en 1867, según diseño de Pedro Nolasco y José Moreno. La parte que da a Alfonso XIII se convirtió en colegio mayor en 1940, con proyecto de Félix Hernández, y en 1977, en rectorado de la Universidad. La entrada al instituto Séneca, ahora Góngora se hace por las portadas de Las Tendillas y Claudio Marcelo, presentando una bonita fachada a Las Tendillas.

Plaza de Las Tendillas

Pero ni esa fachada ni el resto de las que forman esta plaza serían importantes si el alcalde José Cruz Conde (siempre los Cruz Conde presentes en lo importante para Córdoba) no hubiese expropiado el Hotel Suizo de los hermanos Puzzini, dando lugar a que naciera la más bonita plaza de la ciudad, su gran centro urbano, que había tomado su nombre del ejercicio del comercio en pequeñas tienda de su entorno.

La plaza es un excelente muestrario de los mejores arquitectos de la época. Félix Hernández firma las casas de Casana, esquina a Morería y de los Condes de Colomera, esquina a Duque de Hornachuelos; Aníbal González, regionalista andaluz, la de Enríquez Barrios, esquina a Jesús y María; Enrique Tienda, la de Marín Fernández, esquina a Gondomar; Ramón Aníbal, la de Telefónica, y Benjamín Gutiérrez la de La Unión y el Fénix. Y en la esquina de Gondomar, sobre Valle de Ledesma y su tercera edad, el reloj flamenco con el que Juanito Serrano marca sus horas por soleares y el recuerdo de Matías Prats con sus «mejores no hay». En el centro de la plaza el emblema de la ciudad, una estatua ecuestre del Gran Capitán, obra de Mateo Inurria, entre surtidores de agua procedente del discutido Lago de Las Tendillas. Don Gonzalo Fernández de Córdoba da fe de que en esta plaza es donde los cordobeses dejan constancia, con su presencia masiva, de su interés, en eventos políticos, festivos, religiosos o deportivos.