Una treintena de ballenas piloto han podido ser devueltas al mar tras quedar atrapadas en una playa de Nueva Zelanda. Los vecinos de la zona han ayudado a un grupo especializado en la conservación de estos animales. Pese al esfuerzo conjunto, cuatro ejemplares, entre ellos una cría, morían antes de poder ser salvados. Los científicos estudian por qué miles de cetáceos quedan varados cada año en las costas neozelandesas.
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