A este misterioso local, casi oculto desde el exterior, como si se tratase de un speakeasy neoyorkino, se accede apartando una tupida cortina negra. Las luces rojas y los pequeños focos de las velas repartidas por todo el espacio se reflejan sobre los innumerables objetos esotéricos que decoran esta coctelería. Aquí todo, desde el apelativo de las pociones a los carteles de detrás de la barra, que anuncian hechizos de amor, hace referencia al esoterismo. Incluso el nombre del bar, La Santoría.